PUREZA DE CORAZON: EL CAMINO A LA DIVINIDAD – por Sri Sathya Sai Baba

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PUREZA DE CORAZON: EL CAMINO A LA DIVINIDAD

por Sri Sathya Sai Baba

28/9/1984

“El cielo y el infierno no son lugares distantes.
Están relacionados con las propias acciones de uno.
Si siembran una semilla de nîm, ¿cosecharán un manzano? Su nacimiento es el resultado del karma» (Poema Telugu)

El hombre está atado por sus acciones. El cosmos está permeado por la Realidad suprema (Brahma mayam jagat). La creación es Brahman, el Eterno Absoluto. Toda acción es impulsada por la fuerza vital. La vestimenta de esta fuerza vital es el cuerpo. El cuerpo es el agente para la realizacion del karma. Es también el producto del karma, o sea de las acciones pasadas. En un sentido, el cuerpo y el karma son uno.

Las acciones que llevan a cabo los hombres se describen como karma. Para cosechar los frutos de sus acciones, es que nacen en cuerpos humanos. De ahí que el hombre sea representado como atado por el karma. Para experimentar los resultados de sus buenas y malas obras, él toma nacimiento.

• Las prácticas religiosas no llevarán a la realización de Dios

Estamos familiarizados con los pares de opuestos como bueno y malo, pecado y mérito, verdad y falsedad. La realización de ritos religiosos prescriptos como los yajñas, yâgas, que son sacrificios, la caridad y las austeridades, se consideran como acciones meritorias o punya karmas. Si la persona mientras se dedica a estos actos se preocupa por las ganancias mundanas, surge el egotismo (ahamkâra). Tendrán el sentimiento de que ‘yo estoy haciendo estos actos sagrados’. Por otra parte, al dedicarse a acciones malvadas el hombre olvida su naturaleza superior y no piensa en las consecuencias de sus actos. El involucrarse en acciones, sean buenas o malas, resulta en esclavitud.

Las cadenas que atan pueden ser de oro o de hierro, pero, igualmente, son cadenas. Las buenas acciones solas no pueden ser un medio de liberación. Los Vedas, los Upanishads, el Gita y los Brahma Sutras han declarado que los rituales y prácticas religiosas no llevan a la realización de Dios. Como son actos externos, se relacionan sólo con el cuerpo. No conducen al desarrollo de la visión interna. Sólo cuando uno es capaz de librarse del egotismo y el apego es que puede lograr la visión interior. La realización de lo Divino y la fusión en Brahman no pueden alcanzarse por medio de rituales. “La percepción de la unidad de lo Divino es sabiduría” (Advaita darshanam jnânam). El sentido de dualidad debe ser erradicado para poder realizar la unicidad del Absoluto.

El conocimiento del verdadero Ser (Âtma jñâna) comienza a alborear en el hombre cuando tiene pureza de corazón. Esta pureza puede lograrse sólo por medio de acciones (karmas). El cuerpo, la mente y el Âtma están, los tres, implicados en la entidad humana. Son inextricablemente interdependientes. Si se separan, la vida pierde su significado. Cuando el cuerpo está sujeto a la mente y esta es controlada por el Âtma, entonces la vida encuentra su plenitud. Cuando sólo el cuerpo predomina, el humano desciende al nivel animal. Cuando la mente prevalece por encima del cuerpo y de los órganos sensorios, se alcanza el nivel humano. Cuando el Âtma prevalece por encima de la mente y del cuerpo, se realiza la Divinidad.

• La purificación del corazón es la meta básica de la vida

Reconociendo este hecho, el Gita ha indicado un sendero de tres etapas hacia lo Divino. Ocupar el cuerpo en buenas acciones, usar la mente para cultivar buenos pensamientos y cualidades humanas, y contemplar a Dios por medio de la adoración permiten al hombre alcanzar la etapa en la cual, como un río que se une al océano, él se funde en Brahman. Este es el proceso mediante el cual el hombre se vuelve uno con la Divinidad.

No importan las escrituras que uno pueda estudiar, los esfuerzos espirituales que pueda emprender ni los peregrinajes que pueda realizar, a menos que logre librarse de las impurezas del corazón, la vida seguirá careciendo de valor y significado. La purificación del corazón es la esencia de todas las enseñanzas de las escrituras y la meta básica de la vida.

En este contexto, el Gita se refiere a los deberes de acuerdo con la propia naturaleza de uno (swadharma) y los deberes prescriptos para otros (paradharma). Swadharma no significa el deber relacionado con alguna casta, comunidad, raza o religión. ‘Swa’ denota el Âtma. El dharma que se relaciona con el Âtma es el swadharma o el propio deber divino. El paradharma es el dharma relacionado con la conciencia del cuerpo. Todos los deberes asociados con el mundo externo están comprendidos en el paradharma. Estos deberes inevitablemente lo atan a uno con los lazos de la vida mundana (samsara). Aunque pueden conferir placeres temporales, finalmente resultarán en temor y ansiedad.

• El realizar buenas acciones no permite que se desarrolle el ego

Al llevar a cabo yâgas, yajñas y otros rituales védicos, hay el peligro de que se vuelvan instrumentos de esclavitud. Deben asegurarse de que al realizar estas buenas acciones, no desarrollen su ego o su apego. Cuando algo está hecho con apego o deseo, resulta en acciones que llevan al renacimiento. Los yâgas y yajñas son para conducirlo a uno al cielo. ¿Pero cuánto tiempo puede durar la estadia en el cielo? Cuando uno ha disfrutado de los frutos de las buenas acciones, debe volver a nacer sobre la tierra. La sentencia dice: “Cuando el mérito acumulado se ha agotado, uno vuelve a entrar al mundo mortal” (Kshîne punye martya lokam vishanti).
Por lo tanto debemos buscar lo que es permanente y eterno. Esto se puede hacer sólo por medio de la acción sin deseo (nishkâma karma). Cada acción hecha sin ego conduce a la divinidad.

Ignorando esta verdad, el hombre se dedica a acciones carentes de significado. La gente recita el Gita, consigue destreza en exponerlo, pero no vive de acuerdo con su mensaje. El Gita es interpretado de muchas maneras, de acuerdo con los caprichos y fantasías personales. El Gita y otros textos de las escrituras son como el Árbol colmador de los deseos. Se prestan a varias interpretaciones y significados. Pero lo que importa no es la interpretación, sino la comprensión derivada de la experiencia real. Si no ponemos en práctica las enseñanzas del Gita, no podemos alcanzar la bienaventuranza que se podria obtener de él. El recitar el Gita interminablemente o el escucharlo no servirá si no se hace nada por purificar el propio corazón y librarse de las malas cualidades como el egoísmo y el orgullo. Es mejor poner en práctica una sola enseñanza del Gita que saber de memoria todos los 700 slokas.

Ningún estudio o práctica espiritual puede ayudar a purificar el corazón a menos que uno haga el esfuerzo. Y cuando el corazón es purificado, se vuelve una morada merecedora de lo Divino.
Hagan lo que hagan, deben considerarlo como un deber hecho sin ningún motivo de interés propio o ganancia egoísta. Sólo cuando todas las acciones – sean yâgas o yajñas o austeridades o cualquier clase de práctica espiritual – son hechas como ofrendas a lo Divino, se vuelven santificadas y liberadoras. Nacemos por causa de acciones llenas de deseo y por medio de acciones sin deseo, podemos liberarnos de los renacimientos.

Fuente: Extracto del Discurso Divino pronunciado por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba el 28/9/19884.