DISCURSOS DIVINOS SOBRE EL BHAGAVAD GITA
por Sri Sathya Sai Baba
Ser merecedores del Amor de Dios
Gita Acharya ha declarado: «Aquel que posea una firme devoción por Mí, me es muy querido».
En el mundo el hombre ha cosechado diversos tipos de frutos. Ha estado acumulando riquezas, oro y propiedades. Ha tenido la capacidad de lograr honores, posición y prestigio. El Bhagavad Gita nos muestra en el capítulo doce sobre el Bhakti Yoga, que todas estas cosas son transitorias. Lo que debe ser alcanzado en este mundo es el Amor de Dios. Este Divino Amor es lo único extraordinario, lo único inestimable, lo único que no tiene precio. Y debemos pensar en los medios para obtener este precioso Amor de Dios. ¿Cómo llegamos a ganarlo? ¿Cuál es el camino a seguir? ¿Cuál es la forma de lograr este amor divino?
Si sembraran algunas semillas, sin antes haber desmalezado y preparado el terreno, no podrán esperar una buena cosecha. De igual manera, a menos que se hayan removido del terreno del corazón todos los rasgos negativos del ego, no podrán lograr una buena cosecha. Esto ha sido enseñado en el Bhagavad Gita, en donde se dice también que la principal de las malezas que debe ser arrancada del campo del corazón es el apego al cuerpo y la identificación con él. Ahora, podrán estar imaginando que aman a Dios, pero en tanto alberguen estos pensamientos, serán vanos los resultados de vuestros empeños. Ello viene a ser como sembrar buenas semillas en terrenos áridos y no preparados. Por otra parte, lo más importante para ustedes es llegar a descubrir si Dios los ama. Aunque ustedes amen a Dios, si Dios no los ama, su devoción no los llevará muy lejos. ¿Y cuál es la fórmula para ganarse el amor de Dios? La respuesta a este interrogante la encontrarán en el capítulo sobre el Bhakti Yoga. El término Bhakti Yoga significa estar siempre en unión con Dios. Bhakti Yoga nos enseña constancia y una firme determinación. Nos motiva a sentir siempre contentamiento.
El sentido más profundo de todo esto es que un devoto no debería dejarse arrastrar ni atribuirle ninguna importancia a las cosas mundanas. Debe controlar los vagabundeos de su mente y desarrollar estabilidad mental. Santrupti es la verdadera alegría que se refiere a la ecuanimidad de la mente, la serenidad mental que se mantiene tanto en la victoria como en el fracaso, tanto cuando se gana como cuando se pierde, cuando hay alegría o cuando hay pesar. De modo que la devoción se refiere a un constante sentimiento de amor y contentamiento, más que a las cosas que sufren cambios constantes con el paso del tiempo.
Un devoto deberá aceptar todo lo que se le dé como un presente de Dios para ser gozado con la mayor satisfacción, considerándolo como un regalo de Amor que se le ha hecho por su propio bien. Aquel corazón particular que trate con pareja actitud mental a todas las personas y a todas las cosas, podrá ser descripto como poseedor de verdadera alegría o Santrupti.
En verdad, no es sino natural que el hombre posea constancia, valor y determinación. Estas cualidades las demuestra el ser humano de muchas maneras en la vida. Algunos las emplearán en la ascensión de montañas. Este mismo sentido de la aventura y el valor lo usarán otros para cruzar el océano. Hay personas que harán uso de estas cualidades para internarse en la espesa selva, y otras se comportarán valerosa y resueltamente para hacer negocios, obtener ganancias, lograr riqueza y adquirir propiedades. Hay gente que es valiente y resuelta, pero que manifiesta estas cualidades de manera inmisericorde, dejando de lado todas las nobles virtudes de la humanidad y la divinidad y adquiriendo, en cambio, las de un demonio. Esta firmeza y esta resolución se pueden aplicar tanto para el bien como para el mal, y ello dependerá del individuo.
Cuando Valmiki era aún Ratnakara, empleaba todo su valor, su resolución, su firmeza de manera malvada. Gracias a su asociación con los siete Sabios y al ponerle atención a sus enseñanzas, llegó a ser capaz de cambiar y de orientar su firme determinación y poderes hacia el bien, y al determinarse a repetir constantemente el nombre de Dios tuvo muy pronto el nombre de Rama permanentemente en su lengua. Fue de esta manera como llegó a ser el autor del Ramayana. Es así que el hombre no debería aplicar su constancia y determinación a la realización de cosas negativas y ni siquiera de las cosas ordinarias del mundo, sino que debe usarlas, en cambio, para adquirir la Gracia de Dios. El adquirir la gracia divina hace surgir algunas cualidades únicas en el hombre.
El Bhakti Yoga ha descripto ampliamente el culto a Dios tanto con atributos como sin ellos. El Bhagavad Gita ha comparado estos dos modelos de adoracion, el Saguna Upasana y el Nirguna Upasana, que se llaman también Sakara y Nirakara, para determinar cuál es mejor, cual es más fácil y, también, más seguro para el devoto.
El Gita declara que resulta imposible alcanzar los aspectos de Nirguna o Nirakara, la etapa de lo sin forma y sin atributos, si no es a través de adorar a Dios con atributos y con forma. En otras palabras, sin pasar por los aspectos de Saguna y Sakara. En tanto el hombre permanezca apegado a su cuerpo y esté inmerso en la conciencia del cuerpo, no podrá ser capaz de entender lo Supremo sin atributos y sin forma. El hombre podrá llegar a alcanzar las calificaciones necesarias para adorar a Nirguna, lo sin forma, sólo después de que se haya sobrepuesto a su apego al cuerpo, su apego al mundo y a todos los demás apegos. De modo que en tanto siga identificándose con su cuerpo y piense que tiene una forma particular, no podrá alcanzar el aspecto carente de atributos de Dios. Esto también fue expresado por el Señor Krishna, quien dijo: «Mientras uno siga identificándose con su cuerpo, no podrá llegar más allá del aspecto de Dios con forma».
Un sadhaka, un aspirante espiritual o un devoto, deberá seguir, en primer término, el culto a Dios con atributos, vale decir, deberá adorar a una encarnación particular o forma de Dios. Gradualmente, después de seguir por un tiempo esta senda, podrá llegar a Nirguna y a Nirakara Upasana, o al culto del aspecto sin forma de lo Supremo.
No podemos seguir basando nuestras experiencias sólo en Sakara. Tanto Sakara como Nirakara, el principio Divino manifiesto con nombre y forma y el principio sin forma, son esenciales para el aspirante. Equivale a las dos alas que le son necesarias a un pájaro o a las dos piernas que requerimos para caminar.
En el culto de Dios con forma podemos, tradicionalmente, dedicarnos a dieciséis tipos de adoración. Esto le otorga algo de satisfacción al devoto. Sakara produce Trupti o satisfacción. Exteriormente adoran la forma, mas una vez que hayan establecido la forma en vuestro corazón, entonces podrán adorarLo sin forma a través de las flores de la imaginación y del sentimiento. Pero mientras adoren al Dios con forma, harán uso de algunos tipos de flores físicas, como rosas, claveles, jazmines etc. Esta guirnalda de flores que están usando en vuestra adoración y todas las demás flores que puedan emplear, son todas efímeras. Mas si adoran a Dios sin forma dentro de vuestros corazones, las flores serán de otro tipo, han de ser permanentes.Y esos ocho tipos de flores serán las cualidades nobles que cultivarán en sus corazones y le ofrecerán al Señor. Ellas son: la no violencia, la verdad, la paciencia, la perseverancia, el amor, la compasión, la caridad y el sacrificio.Todas estas flores están destinadas a la adoración interior. Y para poder elevarnos hasta el culto de Nirakara, el principio sin forma, tendremos que desarrollar y usar estas flores del corazón en nuestra adoración.
Gita Acharya enseñó en el Capítulo 12 las características esenciales que deberá poseer un Bhakta o verdadero devoto. Estas son los atributos que tiene que desarrollar si desea llegar a ser amado por Dios. Para empezar, la persona que aspire a ser un devoto deberá desarrollar la paz interior y una determinación firme. Debe mostrarse siempre contento. Jamás deberá dar lugar a las preocupaciones o a ningún tipo de pesar en el corazón. El Srimad Bhagavatam señaló a Prahlada como al devoto ideal, porque éste poseía todas esas cualidades. Cuando los demonios acosaban a Prahlada, él, que era el hijo del señor de los demonios, jamás dejó que el pesar entrara en su corazón sin importar las dificultades o pruebas que tuviera que enfrentar. No hacía sino repetir el nombre de Narayana, buscando refugio en Él, su protector y salvador. En medio de todas sus tribulaciones, jamás derramó una lágrima.Y es debido a esto que Prahlada ha sido descripto como el que estaba plenamente establecido en el Yoga, en la unión con el Señor. Pese a vivir en el mundo fenoménico y tener una forma, no permitió que deseo o apego alguno se adentraran en su corazón.
Para un verdadero devoto no deberían existir rasgos negativos como el odio, los celos o la ira. Estos son los obstáculos principales que pueden envenenar nuestro sistema. Hay que desarrollar un sentido de unidad con todos. Si cultivaran odio en contra de alguien, estarían odiando al mismo Señor a quien adoran. Ustedes emprenden acciones en contra de algún otro, llevados por el ego y el desmesurado anhelo de poder, acciones en el curso de las cuales surgen el odio, la envidia y la ira.
Es por ello que la primera advertencia que se da en el Bhagavad Gita es: «Adveshta Sarva Bhutanam», “no muestres odio hacia ningún ser”. Sin desmalezar ni preparar el terreno, ninguna semilla producirá una buena cosecha. De igual modo, sin remover la maleza del ego de sus corazones, todos los intentos de sadhana serán inútiles. Lo más importante que hay que aprender del Bhakti Yoga es que uno no debe simplemente amar a Dios, sino que deberá amar a todos los seres, tratándolos a cada uno como a Dios. El amar a Dios en tanto se perjudica a otros, no puede llamarse devoción. Ello revela únicamente la profundidad de nuestra ignorancia.Y gente así nunca progresará en el camino de la devoción.
En los próximos días aprenderemos la forma en que un devoto deberá desarrollar su fe y santificar su vida a través de sus buenas acciones. Porque sólo a través del cultivo de estas cualidades deseables es que el bhakta podrá atraer hacia sí el Amor y la Gracia de Dios.
Fuente: Extracto del Discurso Divino pronunciado el 4/8/1984