SAI BHAGAVATAM
La Sra. Sai Susan (60) de Delhi, que se jubiló del Instituto Indio de Comercio Exterior, relata algunas de sus experiencias de la Divinidad de Swami en sus propias palabras.
25/11/2005
«Tuve el darshan de Bhagavan Sri Sathya Sai Baba en Nueva Delhi en 1973 por primera vez. Él era todo sonrisas, encanto y brillantez. Me impresionó, pero entonces no me di cuenta de que estaba cara a cara con el Señor.
Aunque nací en una familia cristiana ortodoxa, mi existencia ciertamente no estaba centrada en Dios. Mi vida materialista, transcurriendo sin problemas con un buen trabajo e hijos en una buena posicion, sufrió una fuerte sacudida en 1996 cuando mi hijo mayor Akash, que estuvo en los Estados Unidos durante seis años, se enfrentó a enormes problemas de los que solo Dios podría haberlo salvado. Me enteré de la gravedad de la situación por mi hermana y mi hermano que también estaban en Estados Unidos. Durante esos días, entré en contacto misteriosamente con una devota budista llamada Kajovi Varma. Ella era una persona maravillosa que me había enseñado a orar.También me habló del inmenso valor del servicio a los pobres y necesitados. Aunque era nueva en las prácticas budistas, la profundidad y la intensidad del Gongyo y el canto de ‘Nam-myoho-ringe-kyo’ tuvieron un profundo impacto en mí. Kajovi estaba orando intensamente por mi hijo, Akash. Poco me di cuenta entonces de que todas nuestras oraciones estaban llegando rápidamente a Sarva Devaateeta Swaroopa Bhagavan Sri Sathya Sai Baba.
El señor Vithal Babu, un devoto de Bhagavan, se había convertido en ese momento en mi amigo, guía y filósofo. Me aseguró que Bhagavan estaba a cargo de la situación. Solía orar a Bhagavan intensamente en mi mente, a veces discutiendo y a veces suplicando. No sé si realmente creí en Él como el Dios Todopoderoso mientras le oraba, o lo hice por desesperación. Incluso lo desafié diciendo, ‘Tú eres el creador del universo; ¿No puedes encontrar a un pequeño niño y traerlo de vuelta a casa?’ Tan pronto como lo confronté con este desafío amenazante, las cosas empezaron a mejorar. Me llegaron noticias de que Akash estaba a salvo. Su pasaporte, que había caducado un año atrás, fue atendido. Regresó a casa a los pocos días.
Abrumada por el gozo y el alivio, no recuerdo si le di las gracias al Señor por Su misericordia. Aunque Akash había regresado sano y salvo, ciertas limitaciones financieras y los problemas de la vida en los EE. UU. nos estaban molestando, especialmente a mí. Durante ese tiempo, tomé, por casualidad, el libro ‘Sai Baba – El Hombre Milagroso’ de Howard Murphet. De hecho, estuvo en nuestra estantería sin leer durante casi tres décadas. Lo abrí al azar y comencé a mirar a través de él. En algún momento en medio de eso, salté de mi cama gritando ‘Debo ir a Puttaparthi’. El Sr. Vithal Babu proporcionó la información y el apoyo necesarios.Tuve la suerte de leer mientras tanto el libro ‘Sai Saccharitra’ (la vida de Shirdi Sai Baba) también en los siete días estipulados. Leí ademas ‘Un sacerdote católico conoce a Sai Baba’, de un sacerdote italiano. Fue muy inspirador y atractivo para mi trasfondo cristiano. Mis dos hijos y yo planeamos ir primero a Prashanti Nilayam y luego a mi lugar natal en Kerala.
El día de nuestra partida, nos sorprendió gratamente recibir vibhuti-prasad de Shirdi por correo, a modo de bendición de Sainath para el viaje. Abordamos el Karnataka Express en Delhi con un equipaje pesado de seis a siete piezas grandes. Al día siguiente, Akash se quejó de su grave afección pulmonar y pidió atención y tratamiento médico de inmediato. Literalmente se estaba ahogando al respirar. Puede parecer extraño, no me asusté. Saqué el vibhuti-prasad que había recibido de Shirdi de mi bolso y lo froté en su pecho, cantando Sairam y asegurándole que estaría bien. En menos de 10 minutos durmió plácidamente y se despertó por la mañana visiblemente normal. El viaje en autobús desde la estación de tren de Dharmavaram a Prashanti Nilayam fue una experiencia tan maravillosa que nos olvidamos de toda la tensión del viaje mirando los exuberantes campos verdes. En la ruta están los tanques de agua de color rosa del Proyecto de Agua Sri Sathya Sai. Pasamos por la gran maravilla arquitectonica, el SSSIHMS, que parece más un templo que un hospital. Cuando estábamos llegando a Prashanti Nilayam, todo era desconocido y nuevo para nosotros; sin embargo, nos envolvió una sensación de volver a casa y un sentimiento de «aquí es donde pertenecemos».
Mientras esperaba ansiosamente en la fila en el hall de darshan, una encantadora y suave música que me sonaba más como la flauta de Krishna marcó el comienzo de Bhagavan. Al pasar frente a mí, me miró y lanzó Su radiante sonrisa. ‘En el momento en que apareció Swami’, me dijo Akash después de que salimos del pasillo, ‘sentí como si una corriente eléctrica hubiera pasado por todo mi cuerpo, y supe instantáneamente que estaba en la presencia Divina’. Alex, mi hijo menor recordo, ‘había una exquisita fragancia de jazmines cuando Él emergió. Por un momento sentí que estaba mirando a Jesucristo’.
Esa noche, Akash exclamó en voz alta «Baba, Baba» mientras dormía. El Señor, en Su amor y compasión ilimitados, respondió rápidamente, porque Akash se despertó a la mañana siguiente completamente curado de su dolencia pulmonar de larga data. Pasaron dos días.Teníamos darshan diario tanto por la mañana como por la tarde. Debíamos partir al tercer día. ¡Baba! Si eres Dios y la reencarnación de Shirdi Sai ‘le recé en mi mente’, dame dos señales antes de que nos vayamos. Debes mirarme y sonreír. En segundo lugar, muestrame Tus pies de loto’.
En el darshan de la mañana, el último para nosotros en ese viaje, nos sentamos expectantes. «Ve al mandir» me instó una dama nepalesa sentada a mi lado, «tendrás una vista más cercana de Bhagavan». No quería seguir su consejo por temor a que el sevadal se opusiera. Pero ella comenzó a empujarme literalmente para que me levantara y me moviera. Me levanté y fui hacia el mandir. Nadie me detuvo en el camino. En el mandir, vi a una dama sevadal con una dulce sonrisa que parecía como si me estuviera esperando. Ella hizo un poco de espacio para que me sentara justo afuera de la puerta del mandir desde donde podía ver claramente la silla de Swami.
Cuando comenzó el bhajan, Swami entró y se sentó graciosamente en Su silla. Me sentí abrumada por la alegría y comencé a llorar de éxtasis. Sin embargo, seguí recordándole mentalmente sobre el cumplimiento de mis pedidos. Sus ojos estaban en todas partes excepto en mí. Comencé a rezar intensamente ‘Swami, mirame’. Pero parecía mirar a los demás, excepto a mí, deliberadamente. Entré en pánico cuando comenzó la última canción de bhajans. Mi corazón estaba clamando y sangrando mientras se acercaba la última línea de la canción. Entonces, Swami, lenta pero majestuosamente, se volvió y Su hermosa mirada estuvo sobre mí enviando dos rayos de luz deslumbrante. Estaba bañada en la bienaventuranza Divina, e inconsciente de las abundantes lágrimas rodando por mis mejillas. ¡En mi propio mundo de emoción y alegría, ni siquiera me di cuenta de que Bhagavan se había marchado! Entonces, la misma dulce y sonriente dama sevadal me susurró al oído: «Ve al otro lado. Puedes ver a Swami irse». Corrí al otro lado. ¿Qué vi? Swami caminaba hacia Su residencia en el Poornachandra. ¡Mis ojos se posaron en Sus hermosos pies que pisaban la alfombra uno tras otro! Y estaba caminando, levantando Su túnica con una mano unos centímetros como para satisfacer mi anhelo por Su padadarshan. ‘Él es Dios Todopoderoso’, me dije a mí misma, ‘sin un ápice de duda, ¡Shirdi Baba nació de nuevo!’
Después de dejar Prashanti Nilayam en un estado extático de felicidad, llegamos a nuestra casa en Kerala, donde mi madre y mi tía vivían después de la muerte de mi padre. No se les informó antes de nuestra visita a Prashanti Nilayam. Así que me sorprendió cuando mi tía dijo: ‘¡Has ido a ver a Sai Baba!’ ‘Sí’, respondí, ‘pero cómo lo supiste?’.Tenía una fotografía de Baba conmigo. Ella me la mostró. ‘Él es Sri Sathya Sai Baba’, dijo, »Él apareció en mi sueño y preguntó? ‘¿No es tu nombre Sareh?’ Luego me bendijo».
Aproveché mi estadía allí para narrar nuestras experiencias en Prashanti Nilayam, y también le leí sobre Baba de varios libros. Cuando le estaba leyendo el episodio del crucifijo de la experiencia del Dr. Hislop y le mostré la fotografía de Jesús en la cruz materializada por Bhagavan para el Dr. Hislop, ella se quebró y lloró. ‘Baba es Jesús’, dijo después de controlarse. Desde ese día ella ha estado viviendo en Su presencia constante.
Regresamos a Delhi, y con nosotros entro a nuestra casa Baba. Él ha estado allí todo el tiempo, pero pudimos enterarnos de eso solo después de nuestro viaje hasta Él en Prashanti Nilayam.
Aunque nuestra vida parece moverse de nuevo en líneas familiares en Delhi, sé que nunca volverá a ser la misma. Hoy vivimos en la fragancia divina de nuestro Señor.
Fue, mientras leia ‘Sathyam Sivam Sundaram’, me encontré con la palabra Bangaru utilizada con frecuencia por Bhagavan. Estaba compartiendo con el Sr. Vithal Babu la belleza y sencillez de la palabra Bangaru. Se le ocurrió la idea de escribir un libro sobre Swami. La idea tomó la forma del libro ‘Sai Bangaru Revolution’. Fue motivado, escrito y bendecido por Swami, con Vithalji como Su instrumento. Mientras redactaba ese libro, Vithalji solía pedirme por teléfono con frecuencia, ‘Quiero tal o cual información; rápido, por favor’. Sacaba un libro y lo abría al azar. Solía aparecer la información que reclamaba Vithalji. Esto sucedió no una, sino varias veces».
Testimonio de la Sra. Sai Susan
Fuente: Según lo narrado al Sr. B. Parvatala Rao en Prashanti Nilayam, el 25 de noviembre de 2005.