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Sri Narasimha Murthy
Charla del 25 de noviembre de 2021
Muy amado Swami, hermanos, hermanas y muy queridos estudiantes, muchachos y muchachas:
A lo largo de la historia, en todos los rincones de la India y, de hecho, incluso en algunos lugares en todo el mundo, encontramos seres humanos que han alcanzado el estado supremo de unidad con la Divinidad. Cada uno de ellos es diferente. Sin embargo, aquellos de ustedes que han leído mucho y quizás también han tenido una experiencia, tomen por ejemplo a Sri Ramakrishna Paramahamsa. Sin duda, Él era y la gente lo adoraba como Dios caminando en la Tierra. No obstante, era un hombre simple. Su educación no había ido más allá del segundo grado de la escuela primaria y le resultaba difícil pronunciar ciertas palabras porque tenía un poco de tartamudeo. Vivía una vida muy simple. Aquellos de ustedes que fueron a Dakshineswar y vieron esa habitación que se ha preservado muy bien, comprobaron la vida muy simple que él llevaba. También está allí el mismo árbol panchavati, el mismo árbol baniano que había en ese lugar, que pocos visitaban en aquel entonces.
Por un lado, encontramos a Sri Ramakrishna Paramahamsa, quien enseñó la sabiduría más elevada a todos, a quienquiera que iba a verlo. Durante su época, unos pocos cientos de personas se reunieron a su alrededor. Por otro, tenemos a Sri Ramana Maharishi. Aquellos de ustedes que leyeron acerca de él y que visitaron el ashram de Tiruvannamalai saben que, aunque él también se hallaba todo el tiempo enraizado en el estado más alto de unidad o advaita, su personalidad y la manera en que se comportaba eran muy diferentes de las de Ramakrishna Paramahamsa.
Lo mismo ocurre cuando van al ashram de Aurobindo. Él y Ramana Maharishi vivían bastante cerca el uno del otro, quizás a unos cien kilómetros de distancia. Sin embargo, nunca se visitaban físicamente. No había necesidad de ello. Aurobindo era totalmente diferente. Si observan la vida de Shirdi Sai Baba, sin duda verán que muchas personas pensaban que Él era un hombre loco. Así era como se comportaba.
Tomen a Swami Nityananda, quien predicó en Mumbai y anteriormente en Kanhangad, Kerala, y en Karnataka. Él se comportaba de manera totalmente diferente. Por ejemplo, había un joven devoto de Swami en Puttaparthi allá por 1965-66 de nombre Kumar. En esa época, él era muy joven. Swami le había dado la tarea de guardia de seguridad. Él vivía justo fuera del mandir de Swami, en una pequeña habitación. Yo solía tener conversaciones muy personales con él. Me narró cómo Bhagawan Nityananda lo había enviado a Sathya Sai Baba. Parece ser que él tenía cuatro o cinco años cuando sus padres lo llevaron a Nityananda. Ellos le rezaron diciendo: “Este niño tiene dolor de cabeza crónico”. De eso se quejaba. Nityananda le pidió al niño que se acercara y solo le dio un golpecito en el cuello. El niño comenzó a llorar, pero, después de eso, el dolor de cabeza desapareció. El niño dijo que nunca regresaría a ese lugar. (Risas) No obstante, más adelante, cuando cumplió dieciocho o diecinueve años, él regresó. Comprendió la gracia que Nityananda le había concedido. Con posterioridad, Nityananda dejó de hablar. Él solía dar darshan a través de una ventana. Nadie podía tocarlo. Solía sentarse dentro y la gente podía permanecer fuera y recibir su darshan. Él vio a este muchacho y le hizo una seña. Esto es lo que me explicó Kumar, haciendo el gesto que había hecho Nityananda mostrándole algo en cierta dirección. Kumar descubrió que debía ir a ver a Sathya Sai Baba, de modo que fue a Puttaparthi y se estableció allí. Así pues, encontramos a estos Maestros, que son totalmente diferentes. Swami Vivekananda era muy diferente, al igual que Mahatma Gandhi.
La pregunta que hacen los Upanishads es: “¿Quién es el mejor entre los conocedores de Dios?”. Todos ellos, Ramakrishna, Ramana Maharishi, Aurobindo, Shirdi Sai Baba, Nityananda, Swami Vivekananda, son una gran procesión de Maestros de los tiempos modernos. Entonces, ¿quién es el mejor entre ellos? Todos son conocedores de Dios. La pregunta es quién es el mejor entre los conocedores de Dios. La respuesta la da el Mukunda Upanishad. (Cita un verso sánscrito) Después de haber tomado conciencia de que el mismo Atma está presente en cada ser, sus mentes dejan de funcionar. No hablan mucho y sus mentes se vuelven absolutamente silenciosas o desaparecen en su verdadera naturaleza, la naturaleza divina. Esto se aplica a todos ellos. Sin embargo, la segunda parte del verso sánscrito dice quién es el mejor entre los conocedores de Dios. ¿Quién es el mejor entre los Brahma Vidas o conocedores de Dios? Aquel que está siempre en Atmaratihi, Atmakridha. Atmaratihi significa que, cuando cierra sus ojos, él está siempre gozando de la experiencia de la Divinidad, del Atma o Dios, como quieran llamarlo. En Atmakridha, cuando abre los ojos, él sabe que todo lo que está sucediendo alrededor es un leela, un juego, kridha. Todo es Atma, ya sea que cierre sus ojos o los abra, no importa. Él está siempre instalado en la Conciencia divina. Por lo tanto, siempre está en bienaventuranza y, como verdadero conocedor, no tiene problemas. Lo que sea que le sucede al cuerpo no tiene importancia para ninguno de esos Maestros. Verán, Ramakrishna murió de cáncer y, aun así, hacia el final, él estaba siempre feliz. Así es con todos ellos.
Sin embargo, puede ocurrir que una persona se pierda en esa experiencia, al tenerla por la gracia divina, como le ocurrió al joven Ramana Maharishi. La primera vez que le sucedió, él se perdió en esa experiencia. Durante algunos años, no fue consciente del mundo circundante. No obstante, la voluntad de Dios era que se convirtiera en el gran Ramana Maharishi, uno de los grandes Maestros de la Verdad. Alguien de nombre Seshadri Iyer, que era un gran jnani, encontró al muchacho y pudo reconocer que era un avadhutta, alguien que se hallaba perdido en la bienaventuranza divina. Por lo tanto, cuidó de él. Como una madre que alimenta a un bebé dormido, él le dio leche a Venkata Ramana, como se llamaba entonces Ramana Maharishi, y éste solía sorberla como un bebé. ¿Saben cómo bebe leche un bebé? Así sucedía. El sabio cuidó de ese cuerpo hasta que Dios decidió que Ramana debía salir de esa conciencia divina y volverse normal desde nuestro punto de vista, en el sentido de que volvió a ser como las personas comunes que caminan, se bañan, comen, hablan. Lo hizo con un propósito, el propósito ordenado por Dios.
Aquel que continúa trabajando todo el tiempo es un kriyavan. Esto es muy importante. Kriyavan significa alguien que trabaja todo el tiempo. Podemos preguntarnos cómo puede trabajar, si no hay mente y si la mente está inmersa en el Atma divino. Esos Maestros proyectan la mente cuando lo desean. Proyectan la mente para llevar a cabo su tarea y trabajan todo el tiempo por el bienestar del mundo. Ellos son los mejores entre los conocedores de Dios. Por lo tanto, podemos tener todo tipo de nociones sobre los jnanis, sobre los Maestros, pero debemos comprender que todos ellos son Uno. De hecho, no solo todos ellos: todos somos Uno. El Uno permanece, los muchos cambian y pasan. Como dice Shelley: “La luz del cielo brilla por siempre; las sombras de la tierra pasan”. El significado es que quien es un conocedor de Dios trabaja todo el tiempo, porque no tiene nada que ganar. (Cita un verso sánscrito) Bhagawan Krishna dijo: “Yo no tengo nada que ganar en el mundo. No hay nada que no haya logrado u obtenido. Sin embargo, sigo trabajando”. ¿Para qué? “Por el bien del mundo, Yo establezco un ejemplo. Hago este trabajo por el bienestar del mundo”. Ese es el mejor entre los Brahma Vidas.
Por lo tanto, lo que Swami dijo ayer es muy, muy, muy, muy profundo y muy, muy importante para ustedes y para mí, porque otra fase ha comenzado. De hecho, las costumbres cambiarán; la Forma seguirá siendo la misma. Las costumbres naturalmente cambiarán. En realidad, no sabemos a dónde nos conduce esto. Por ejemplo, Swami Vivekananda, hacia el final de su vida, estableció este Advaita Ashrama, Mayavati, en Almora. Allí, él no permitió que se exhibiera ninguna foto o estatua de Dios. Incluso hoy es así. Allí, aun hoy no encontramos ninguna fotografía o estatua, absolutamente nada. ¿A dónde conduce esto? Solo Swami lo sabe y Él revelará tanto como nosotros podamos comprender. Él dijo que en el Cumpleaños no me permitió decir más. Él nos revelará tanto como podamos comprender ese día. De a poco, Él está elevando el nivel de conciencia del mundo, a fin de que podamos comprender lo que ha enseñado.
De hecho, no es nada nuevo. En aquellos días, en 2013/2014, cuando Swami comenzó por primera vez los discursos en Anandam, los bhajans de los jueves y los domingos, Él dijo lo siguiente: “Puttaparthi era como la escuela primaria. Ahora, Sukshma Sathya Sai es la escuela secundaria. Y el próximo que venga −en aquel momento, Swami lo llamó Prema Sai−, es la universidad. Por lo tanto, es una progresión natural. No hay nada sorprendente ni repentino. Es una progresión absolutamente natural desde donde estábamos hasta donde estamos. Muchas veces, recuerdo que viví con Bhagawan Sri Sathya Sai Baba durante casi cuarenta años y le presté servicio. Hay una gran diferencia entre lo que yo era entonces y lo que soy ahora. Todos y cada uno de nosotros estamos creciendo. Por lo tanto, pienso que tenemos que seguir al Maestro. Puede que en ocasiones eso nos asuste, pero debemos seguir al Maestro. Para hacerlo, sin duda, lo más importante que se requiere es bhakti. También se requiere sakhya (amistad y confianza plena en Dios), sin duda. Se requiere seva, no hay duda acerca de ello. No obstante, lo más importante es viveka (discernimiento) y vairagya (desapego). A menos que cultivemos esto, que discernamos todo el tiempo entre lo que es transitorio y lo que es eterno, entre lo que es permanente y lo que es temporal, no comprenderemos que todo esto, la actividad del cuerpo, es un espectáculo pasajero. Si se elevan a sí mismos a su propia experiencia de la Divinidad, comprenderán que todo esto es como el tráfico que tiene lugar: los pensamientos que vienen, las cosas que suceden, el cuerpo que funciona, duerme, come. Todo esto que ocurre es solo tráfico. Detrás de eso, ustedes están allí. En especial, cuando son capaces de observar su mente, pueden crear un espacio entre la mente y ustedes mismos. Verán, eso es muy importante: crear un espacio entre la mente y ustedes mismos al observar vuestra propia mente. Saben que eso es posible.
Por lo tanto, hacia allí nos está conduciendo Swami. Si Su misión ha de tener éxito, ustedes y yo tendremos que alcanzar ese nivel. No debemos asustarnos. Debemos tener discernimiento y desapego. También debemos sentir que, sin importar lo que le suceda al cuerpo, que se irá cuando tenga que hacerlo, nada nos sucederá a nosotros. A esta experiencia nos está conduciendo Swami, porque solo eso puede librarnos de nuestros pesares y sufrimientos. De otro modo, mientras nos identifiquemos con nuestro cuerpo individual, con nuestra personalidad individual, naturalmente habrá sufrimiento. Swami no quiere que suframos para siempre. No se trata solo del sufrimiento. En esta vida, tenemos la gran bendición de escuchar a un Maestro como Sadguru Sri Madhusudan Sai. Si no rompemos con esta esclavitud, naceremos una y otra vez. No sabemos dónde naceremos, como quiénes y si podremos conocer a un Maestro semejante. Nos hemos encontrado aquí. En Su compasión, Swami quiere elevarnos a cada uno de nosotros a Su nivel. Esa es Su misión. Alabada sea la compasión de este gran Maestro. Sai Ram a todos.