13°. ARTÍCULO DE SADGURU SRI MADHUSUDAN SAI SOBRE SANATANA DHARMA – 17 de agosto de 2021

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  1. Tres caminos para la toma de consciencia de uno mismo, en el Sanathana Dharma

—Sadguru Sri Madhusudan Sai

 

Ahora ya sabemos que la meta suprema de la vida humana es tomar consciencia de la divinidad interior. Esta divinidad, conocida como Brahman, es el destino final de todo ser nacido en la Tierra. Darse cuenta de que Brahman no tiene nombre ni forma, sino solo pura existencia como la consciencia, es la consumación de todas las prácticas espirituales. Aunque la meta es una, el sanathana dharma permite al buscador seguir el camino de su propia elección.

Los tres caminos más recomendados hacia la misma divinidad son: el camino de la acción, o karma yoga, el camino de la devoción, o bhakti yoga, y el camino del conocimiento, o jnana yoga. Aunque diferentes en sus métodos, los tres conducen a la misma meta del divino descubrimiento.

Nuestras Escrituras mencionan que hay tres obstrucciones en el camino de tomar consciencia de nuestra propia divinidad, los cuales son: mala, las impurezas del egoísmo y el interés personal, vikshepa, la comprensión distorsionada de la verdad por una mente apegada y agitada, y avarana, el velo de la falsa identificación con el cuerpo, que nubla la divinidad interior. Para simplificar, lo explicaré con la analogía de un espejo. Piensa en un espejo cubierto por una capa de polvo, y por lo tanto, inservible para reflejar el objeto. Esto es similar a una mente llena de impurezas, o mala, que no puede reflejar la divinidad. Ahora piensa en el mismo espejo como inestable, balanceándose o moviéndose, y por ello creando reflejos distorsionados, que no se pueden reconocer. Esto es como vikshepa, o distorsiones de la mente, debidas a la inestabilidad que nace de la dualidad de emociones tales como la felicidad y la pena, o los desenlaces positivos o negativos de las acciones a las cuales estamos apegados. Una vez más, considera el mismo espejo como si estuviera cubierto por un trozo de tela, y por lo tanto completamente imposibilitado de reflejar; esto es como la consciencia del cuerpo que todo ser posee, la cual hace creer al buscador que el cuerpo es su verdadera identidad, velando así la verdad del Brahman interior. Los tres caminos de karma, bhakti y jnana yoga son precisamente los antídotos para cada una es estas obstrucciones que afligen al buscador.

El yoga, traducido simplemente, significa «uncir al yugo», y tiene más que ver con un proceso interior de purificar y estabilizar la mente que el mero flexionar el cuerpo en diversas asanas. Por lo tanto, el yoga es esencialmente un proceso de uncirse o unirse uno mismo a la divinidad. Por lo tanto, las acciones que no conducen a la pureza interior y a tomar consciencia de la divinidad, deben ser evitadas. Solo las acciones imbuidas de altruismo y pureza pueden conducirnos a la divinidad. Esta es la manera de librarse de mala, o las impurezas de la mente y del cuerpo, nacidas del egoísmo y el interés personal, como si limpiáramos el polvo depositado sobre la superficie del espejo. El sloka más citado del Bhagavad Gita, karmany-evadikharas te ma phaleshu kadachana, es la esencia del karma yoga. «Solo hacer es tu derecho, no los resultados que de ello surgen». Así de fácil como suena, es a menudo muy difícil de practicar. Este sloka también exhorta al hacedor a no emprender acciones en pos de los resultados, y al mismo tiempo advierte que el hacedor no debe perder el entusiasmo, volviéndose inactivo. Por lo tanto, mientras hacemos lo que tenemos que hacer para llevar a cabo nuestro deber, sin egoísmo, somos karma yogi, y tenemos derecho a tomar consciencia de nosotros mismos. Podemos ser de cualquier sección de la sociedad (varnashrama): un profesor, un médico, un lider, un barrendero o incluso un ama de casa, pueden ser karma yogi, sin tener mayores calificaciones en el conocimiento de las Escrituras ni dedicarse a determinadas austeridades o rituales. Aquí, la motivación para trabajar no proviene de recompensas ni reconocimientos, sino solo de la satisfacción de poder cumplir nuestras tareas según lo mejor de nuestra capacidad.

El Bhagavad Gita prosigue explicando que «la perfección en la accion es yoga«: yoga karmasu kaushalam. De este modo, un karma yogi se esfuerza por la perfección en toda acción emprendida, pues nada inferior a la perfección sería adecuado para ofrendar a la Divinidad. Sin embargo, esta perfección no debe ser juzgada en base a ciertos estándares universales, sino solo de acuerdo a nuestro inmaculado personaje individual. Así, ningún acto es realmente mayor ni menor, en tanto emprendamos las acciones con el máximo de esfuerzo y celo, y con absoluto desinterés. De hecho, la única acción que es realmente perfecta es la acción desinteresada, y eso es precisamente el karma yoga. Sri Adi Shankaracharya, en el Vivekachudamani, define estas acciones como aquellas que purifican la mente —cittasya suddhaye karma— ya que la purificación de la mente conduce a la suprema toma de consciencia, así como un espejo limpio refleja claramente el objeto. Para las personas con una vida de trabajo a jornal, con poco tiempo para rituales y meditación, esta es la senda más fácil y segura hacia la toma de consciencia.

El bhakti yoga, o camino de la devoción, fue igualmente glorificado por muchos simples santos y versados eruditos. Cuando el conocimiento de las Escrituras no estaba disponible para todos, la idea de la devoción ayudaba a la gente sencilla a trascender las dualidades de la vida y lograr la unidad de la toma de consciencia. La idea de la devoción a un Ser Supremo es la base de todas las religiones y credos, pero el sanatana dharma define la devoción no solo como bhakti que es el amor a Dios y puede nacer de la satisfacción de deseos mundanossino como un estado de la existencia mucho más elevado, llamado para bhakti, en el que amamos a Dios solo por Dios, no por ganancias materiales.

En el Bhagavad Gita, Sri Krishna menciona que acuden a Dios cuatro clases de meritorios devotos, a saber: arthi, los desconsolados; artharthi, los deseosos; jijnasu, los buscadores curiosos; y jnani, los sabios. De los cuatro, Sri Krishna privilegia la cuarta categoría, los devotos lo suficientemente sabios como para saber que se debe amar a Dios solo por amor, no para satisfacer deseos materiales. En consecuencia, la verdadera devoción es aquella que une la mente del devoto con la Divinidad, en amor puro, sin expectativa alguna y en completa entrega, para aceptar todas las dualidades con igual fortaleza. En el capítulo 12 —Bhakti Yoga— del Bhagavad Gita, Sri Krishna define la devoción como aquello que considera iguales a la felicidad y a la pena (sama-dukha-sukkah kshami) y de este modo se mantiene firme e invariable. No ser afectados por las dualidades de la vida, gracias a la entrega nacida de la devoción, es la manera de mantener estable la mente, librándonos así de la obstrucción de vikshepa, la distorsión causada por el apego a objetos e ideas. Así es como la devoción libre de deseos estabiliza la mente y ayuda a ver sin distorsiones la verdad de la propia existencia como divinidad.

El Srimad-Bhagavatam describe nueve tipos de devoción que finalmente culminan en atma-nivedanam o la entrega de uno mismo. Así como un río se funde en el mar, la devoción conduce a la fusión de la mente del devoto en la Divinidad, borrando así la diferencia de la dualidad. Mientras que el Narada Bhakti Sutra define la devoción como la más elevada clase de amor por la Divinidad, que finalmente nos conduce a un estado de satisfacción e inmortalidad que está más allá de los deseos de la mente, Sri Adi Shankaracharya, en su Vivekachudamani, describe que de todas las formas de lograr la toma de consciencia, la devoción es suprema (bhaktireva gariyasi) porque conduce a buscar al auténtico Yo Mismo interior: swaswaroopa anusandhanam. Por eso, el camino de la suprema devoción nos conduce a la divinidad. Este bhakti puede ser hacia un Dios personal —saguna saakara bhakti— o a un Dios universal impersonal: nirguna nirakara bhakti. En cualquiera de ambas modalidades nos conduce a la suprema percepción del Uno Mismo como divino.

El jnana marga, o camino del conocimiento, es a menudo el más difícil y el menos comprendido. Muchos piensan que tiene que ver con estrictas austeridades y prácticas meditativas en condiciones de vida extremas, mientras que otros piensan que se trata de leer verdades escriturales y ser iniciados por un gurú que indique el camino de ciertas prácticas espirituales. Aun otros lo equiparan con ciertas prácticas yóguicas o tántricas que incluyen rituales, posturas y técnicas que requieren tremenda práctica y perfección. Sin embargo, el jnana marga, según Sri Adi Shankaracharya, es simplemente el camino del discernimiento y el desprendimiento. Utilizar viveka para analizar y separar lo real de lo irreal, pudiendo después rechazar lo irreal y aceptar solo lo real, es el camino de la sabiduría. El mismo camino es enseñado por Sri Krishna como Buddhi Yoga, en el Bhagavad Gita. Lo explicaré.

La filosofía advaita plantea que los diversos nombres y formas son superpuestos a la realidad única de Brahman, como se proyectan imágenes sobre una pantalla. Las proyecciones no pueden existir sin una pantalla, debido a su existencia dependiente, y por lo tanto son irreales. Lo mismo se aplica al mundo que nos rodea, que depende de la consciencia de Brahman para ser percibidos a través de la mente y los sentidos. Brahman existe independientemente, en tanto que todo lo demás depende de Brahman; luego, solo Brahman es real y todo lo demás es irreal. Esta es la esencia del camino del conocimiento: brahma satyam jagan mithya. Esta comprensión deriva de aprender las verdades, como las enseñan las Escrituras, o de un gurú que haya tomado consciencia de la verdad, y después meditar continuamente sobre este pensamiento con la mente concentrada, hasta que podemos comprender la verdad como una experiencia existencial. Es solo por esta razón que se aconsejan los estudios escriturales y se recomienda la contemplación en la verdad, bajo la guía de un gurú, en soledad, lejos de las actividades sociales. Sin embargo, se puede meditar sobre la verdad a toda hora, si somos entusiastas y concentrados, tanto en una selva como en el hogar. El camino es el de atma vichara, o contemplación discriminativa. Sri Ramana Maharshi alentaba a los buscadores a que formularan la pregunta «¿quién soy?», y después discernieran gradualmente descartando los sentidos, el cuerpo y la mente, todos dependientes, hasta darse cuenta de que solo es real la propia existencia independiente y eterna como divinidad. Esto es como quitar el velo que cubre el espejo —avarana— y poder ver claramente el reflejo. Este es el camino enseñado por los Upanishads, la más elevada filosofía de los Vedas.

Todos los caminos conducen finalmente al conocimiento de Uno Mismo, en el cual nos convertimos propiamente en el Uno Mismo. El Mundaka Upanishad dice: brahma veda brahmaiva bhavati: «El conocedor de Brahman se convierte en Brahman». En ese punto de la propia toma de consciencia, el conocimiento, el proceso de conocer y el conocedor del Uno Mismo se convierten en uno solo, como dice el astavakragita (jnanam jneyam tatha jnatatritayam nasti vastavam). El conocimiento supremo es el punto de destino de todos los caminos, y es el mismo, independientemente de los caminos. Esta flexibilidad intrínseca del sanathana dharma es lo que lo convierte en el modo de vida más práctico y practicable.

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