8°. artículo publicado en India, en Vijayavani, uno de los principales diarios en idioma kannada – 1 de junio de 2021 8°. artículo publicado en India, en Vijayavani, uno de los principales diarios en idioma kannada – 1 de junio de 2021
8. Tomar conciencia de uno mismo: la meta suprema del sanātana-dharma
por Sadguru Sri Madhusudan Sai
Hasta ahora hemos aprendido que la filosofía central del sanātana dharma es la toma de consciencia de uno mismo, que consiste en experimentar la divinidad interior y exterior. También han sido discutidos anteriormente los cuatro objetivos de la vida humana, a saber, dharma o acciones rectas para cumplir con los propios deberes, artha o medios rectos para ganar riqueza y satisfacer los deseos, kāma o deseos rectos que deben ser satisfechos por medios rectos, y finalmente mokṣa o liberación de los ciclos de nacimiento y muerte que atan al ser, al darse cuenta de que en verdad toda la existencia es divinidad.
También hemos aprendido que los nudos del corazón, a saber, avidyā —la ignorancia de nuestra naturaleza divina— kāma —los deseos innecesarios— y karma —lasacciones innecesarias emprendidas para satisfacer deseos innecesarios—distraen de la meta de la vida y, por tanto, incapacitan a la persona para tomar consciencia de su propia divinidad.
La guía y la compañía de un maestro o gurú iluminado ayuda a superar la influencia del mundo ilusorio o māyā y a avanzar en el camino de tomar consciencia de uno mismo. Hemos aprendido sobre las cualidades de un verdadero maestro y también de un verdadero buscador.
Ahora vamos a hablar de lo que significa tener consciencia de uno mismo, cómo es «ese» estado de existencia, qué se siente al ser una persona consciente de sí misma, que ha alcanzado la liberación, el más alto potencial humano.
Hay muchos que han interpretado y explicado la toma de consciencia de uno mismo, incluyendo la idea de que esta sólo se alcanza al morir, pero esos están muy lejos de la verdad. Lo primero que debemos saber es que la toma de consciencia no está destinada a ser alcanzada tras la muerte, sino que es la realidad existencial de todos. La toma de consciencia de uno mismo o ātma sākṣātkāra se explica por sí misma. Cuando decimos que hemos tomado consciencia de nosotros mismos, sólo significa que hemos comprendido o accedido a algo que estaba muy presente en nosotros, a diferencia de lograr o alcanzar algo que antes no existía. Como el viejo abuelo olvidadizo que mantiene sus gafas en la cabeza y las busca por todas partes; su nieto le dice que las tiene sobre la cabeza, y entonces se da cuenta de tenerlas. Al igual que en este caso, en el que las gafas no se habían perdido y por lo tanto no se han encontrado, sino que se habían olvidado en la propia cabeza, también esta toma de consciencia de que somos divinos no se encuentra en algún lugar, sino que está aquí dentro de nosotros, sólo que la buscamos en el lugar equivocado y la hemos olvidado por completo.
Entonces, tras ciertos esfuerzos y orientación, cuando uno se da cuenta de la divinidad muy dentro de su vida, ¿qué experimenta realmente? El Ānandavallī, del Taittirīya Upaniṣad declara que la persona consciente de sí misma experimenta una dicha suprema, equivalente en su calidad e intensidad a la dicha del Brahman Supremo: ¡el origen divino de todo! Solo para dar una idea de la calidad e intensidad de la dicha de Brahman, el Ānandavallī explica que el ānanda experimentado por Brahman es 1020 veces el ānanda experimentado por una persona que está en la flor de la juventud, que es sana, capaz, inteligente y decidida ¡y que posee toda la Tierra y toda la riqueza que existe en ella! Incluso con todos los esfuerzos terrenales de una vida uno no puede cumplir esta condición: ser joven, sano, inteligente y súper-rico para poseer toda la Tierra y todas sus pertenencias. Esta condición consiste en una sola unidad de dicha humana, pero a quien está consciente de sí mismo, y por lo tanto liberado de todos los deseos (akāmatah), le llega la experiencia de 1020 veces esta dicha humana, lo cual es la dicha divina de Brahman. No tomes este cálculo demasiado literalmente, ya que es solo un modo en que los grandes videntes de los Upaniṣads animan a la gente a abandonar el anhelo de los míseros placeres mundanos y los motivan a seguir el camino de la toma de consciencia de sí mismos.
Muchos pueden tener la falsa idea de que esa persona, embriagada por la dicha divina, puede acabar dejándose crecer la barba, vistiendo túnicas de renunciante, desvinculándose de todas las acciones sociales y habitando en cuevas salvajes y aisladas; pero todo esto son ideas erróneas. Sí, uno puede elegir llevar esa vida de renunciante, pero no es necesario, ni siquiera es cierto en el caso de un ser consciente de sí mismo. Por el contrario, el Mundaka Upaniṣad dice que tal persona, que ve la unidad de toda la creación, considera a todo y a todos como la misma divinidad manifestada en diferentes formas, por lo que se compromete siempre con el bienestar de todos, incluso mientras se deleita en la dicha divina dentro de sí y fuera de sí: Ātmakrīda Ātmarathi Kriyāvān.
Además, nuestras Escrituras, como el Muṇḍaka Upaniṣad, también dicen que tal persona experimenta felicidad y paz permanentes: teśāṁ sukhaṁ śāśvataṁ – teśāṁ śanti śāśvathi. Los nudos del corazón se cortan, todas sus dudas desaparecen, se libera de los ciclos de acción-reacción, y por tanto de nacimientos y muertes. Percibe la divinidad dentro y fuera de sí, y por lo tanto se libra de toda dualidad y diferencias. El Bhagavadgītā denomina sthitaprajña a la persona que ha tomado consciencia de sí misma; la persona de conciencia firme, que no se ve afectada por las dualidades de los placeres y los dolores, está completamente libre de deseos y se ha liberado de los apegos, el miedo y la ira.
Por lo tanto, una cosa que debe quedar clara es que esta experiencia de tomar consciencia es algo que se puede tener incluso mientras se vive en la sociedad, y no debe considerarse como un acontecimiento posterior a la muerte ni algo reservado solo para monjes y renunciantes.
Otro hermoso término para tal persona, que se ha percatado de la divinidad incluso mientras vive como un ser humano normal, es jivanmukta: libre de todas las ataduras de la vida. Sri Adishankaracharya explica con gran detalle en el Vivekacūḍāmaṇi las cualidades de tal jivanmukta, en los ślokas 426 a 445. Pero al fin y al cabo la cualidad más importante de un jivanmukta es lo que el Señor de la muerte, Yama, le dice al curioso joven buscador Nachiketa en el Kaṭhopaniṣad: la aniquilación completa de todos los deseos en nuestro corazón. Tal persona sin deseos es verdaderamente Brahman, allí y entonces.
Podemos preguntarnos si comer, dormir, trabajar, ganar dinero, tener una familia y progenie, todo prescrito por las Escrituras como parte de las cuatro metas de la vida, se consideran deseos que pueden ser impedimentos para tomar conciencia de nuestra propia divinidad. Bien, la respuesta es que cualquier cosa que uno haga para acercarse a la divinidad es aceptable, y cualquier deseo o acción que se desvíe de la meta final de la tomar consciencia, debe ser rechazada. Un jivanmukta también come, duerme y hace sus cosas, pero todo lo hace sin ningún deseo para sí mismo. Él o ella simplemente emprende actividades según lo dictado por la conciencia divina interior, y existe solo para permitir que la divinidad se exprese a través de su vida, como un actor en una obra teatral, que lleva a cabo las instrucciones del director. Una persona así no encuentra dificultades para involucrarse ni para retirarse de lo que le toque por voluntad divina. «Tal persona hace las cosas según lo divinamente ordenado, y permanece siempre libre y feliz», dice el Aṣṭāvakragītā.
¿No es asombroso experimentar ese exaltado estado de existencia en el que uno es siempre libre, siempre feliz, siempre satisfecho y siempre en paz? Esta es la guía y el objetivo último del sanātana dharma.
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