CONOCIMIENTO DEL ATMA – por Sri Sathya Sai Baba

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CONOCIMIENTO DEL ATMA
 
por Sri Sathya Sai Baba
 
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«Una vez que entregamos nuestras mentes a Dios, Él se hará cargo de nosotros en todo sentido»
 
Érase una vez, el rey Janaka envió un mensaje a la gente de su reino: «Si hay entre ustedes un gran erudito, un Pundit, un Mahatma, un Yogui, un Maharishi, un Sabio, quienquiera que sea, que venga y me enseñe el conocimiento del Atma». En su mensaje dijo que esperaba alcanzar Atma Jnana, el autoconocimiento, en cuestión de unos instantes después de recibir la instrucción adecuada. Incluso mientras se montaba en su caballo, antes de estar completamente asentado sobre él, debería haber logrado Atma Jnana. Dijo: «Si la persona que se ofrece a enseñarme Atma Jnana no es capaz de realizar esta tarea de proporcionarme una experiencia de iluminación instantánea, entonces no quiero verlo, aún si es el más grande erudito, o la persona más instruida o altamente educada en la tierra». Bien, todos los Pundits y Rishis estaban un poco atemorizados por este requisito. Vieron que esto sería una prueba severa para su erudición y aprendizaje, por lo que ninguno se atrevió a presentarse y ofrecerse para instruir al rey y cumplir con las condiciones que se habían planteado.
 
Fue en este punto que el niño Astavakra entró en el reino. Mientras se dirigía hacia la ciudad capital de Mithilapuram, se encontró con varias personas que venían de allí, incluidos eruditos y pundits; todos tenían caras largas, luciendo preocupados y llenos de pesar. Astavakra les preguntó cuál era la causa de su preocupación y aflicción. Le explicaron todas las cosas que habían sucedido. Pero Astavakra no podía entender por qué deberían inquietarse por algo tan pequeño. Añadió: «Con mucho gusto resolveré este problema para el rey». Dicho esto, entró directamente en la corte de Janaka. Se dirigió al rey: «Mi querido rey, estoy listo para permitirte experimentar el conocimiento del Atma como deseas. Pero este conocimiento sagrado no se puede enseñar tan fácilmente. Este palacio está lleno de Rajo Guna y Tamo Guna. Debemos irnos de este lugar y entrar en un área de puro Satva». Entonces, dejaron el palacio y tomaron el camino que iba de la ciudad hacia el bosque. Como era costumbre cada vez que el emperador salía de los muros de su palacio, el ejército lo seguía; pero Janaka hizo que permanecieran fuera del bosque.
 
Astavakra y Janaka entraron en el bosque. Astavakra le dijo al rey Janaka: «No voy a cumplir tu deseo a menos que aceptes mis condiciones. Puede que sea sólo un niño, pero estoy en la posición de un preceptor; y aún siendo un emperador todopoderoso, estás en la posición de un discípulo. ¿Estás preparado para aceptar esta relación? Si estás de acuerdo, entonces tendrás que ofrecer el regalo tradicional al Guru, el Gurudakshina que el Sishya (discipulo) le da al Guru. Sólo después de que me des tu ofrenda voy a comenzar mi instrucción para ti». El rey Janaka le respondió a Astavakra: «La realizacion de Dios es lo más importante para mí, así que estoy preparado para darte absolutamente todo lo que quieras». Pero Astavakra dijo: «No quiero nada material de ti, todo lo que quiero es tu mente. Debes darme tu mente». El rey contestó: «Está bien, te ofrezco mi mente. Hasta ahora pensaba que esta era mi mente, pero de ahora en adelante ella será tuya».
 
Astavakra le dijo a Janaka que desmontara de su caballo e hizo que el caballo se parara frente al rey, y luego le dijo al rey que se sentara en medio del camino. Astavakra caminó hacia el bosque y se sentó en silencio bajo un árbol. Los soldados esperaron mucho tiempo. Ni el rey ni Astavakra regresaron del bosque. Los soldados querían saber qué les había pasado, así que uno a uno procedieron a buscarlos. Cuando iban por el camino que conducía al bosque, encontraron al rey sentado allí, en medio del camino. El caballo estaba de pie frente al rey. El rey tenía los ojos cerrados y estaba sentado calmo, casi inmóvil. Astavakra no se veía. Los oficiales temían que Astavakra pudiera haber ejercido algún hechizo mágico sobre el rey y lo hubiera hecho perder el conocimiento. Fueron a buscar al primer ministro.
 
El Primer Ministro vino y se dirigió a Janaka: «¡Oh Rey! ¡Oh Rey! ¡Oh Rey!» Pero el rey Janaka no abrió los ojos; no se movió en absoluto. El primer ministro se asustó. No solo el primer ministro, sino todos los funcionarios estaban alarmados ahora, porque el tiempo en que el Rey solía tomar su comida y bebida había pasado y todavía no se había movido. Así transcurrió el día y llegó la tarde, mientras el rey no se movió de su posición, sentado inmóvil en el camino. Sin otra alternativa, el Primer Ministro envió el carro de regreso a la ciudad para traer a la reina pensando que si la reina hablaba con el rey, seguramente respondería. La reina vino y se dirigió al rey: «¡Raja, Raja, Raja!» El rey no se movió; no hubo absolutamente ninguna respuesta del rey. Mientras tanto, los soldados buscaron a Astavakra por todo el bosque. Allí, bajo un árbol, Astavakra estaba sentado pacíficamente, en absoluta calma y serenidad.
 
Los soldados lo tomaron y lo llevaron hacia el lugar donde estaba el rey. Astavakra les dijo: «¿Por qué están todos tan preocupados? El Rey está a salvo y todo está bien». Pero aun así insistieron y lo llevaron ante el rey sentado en el camino con los ojos cerrados, su cuerpo completamente inmóvil. El soldado dijo: «¡Mira, mira por ti mismo! ¡Mira lo que le ha pasado al rey!». Hasta ese momento, ya sea que el Primer Ministro, o los ministros, o la reina o cualquiera de los otros funcionarios de la corte o la gente común, hubieran llamado y se hubieran dirigido al rey, él no abrió la boca en respuesta ni los ojos en reconocimiento. Pero ahora Astavakra vino y habló con el rey. El rey Janaka inmediatamente abrió los ojos y respondió: «¡Swami!» Astavakra preguntó al rey: «Bueno, los ministros han venido, y los soldados, y también han venido muchos otros, ¿por qué no respondiste a sus súplicas?» Janaka replicó: «Los pensamientos, las palabras y los actos están asociados con la mente, y te ofrecí mi mente por completo. Por lo tanto, antes de que pueda usar la mente para algo, necesito tu permiso. ¿Qué autoridad tengo para hablar con alguien o usar esta mente de alguna manera sin tu permiso y comando?». Entonces Astavakra dijo: «Has alcanzado el estado de realización de Dios».
 
Astavakra le dijo a Janaka que pusiera un pie en el estribo y se subiera al caballo. Para cuando subió, se sentó en el caballo y puso el otro pie en el estribo, había alcanzado la experiencia del Atma. Una vez que una persona ha ofrecido su mente, y con ella todas sus palabras, actos y pensamientos, entonces no tendrá la autoridad ni el poder para realizar ninguna acción sin el permiso de aquel a quien le ha entregado su mente.
 
Fuente: de CHINNA KATHA – Historias y Parabolas