EL SENDERO DE LA AUTORREALIZACION
por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Cuando sale el Sol desaparecen la oscuridad y sus inconvenientes. Igualmente, para aquellos que han reconocido el Alma (Atma) no hay ninguna atadura, pena o dolor proveniente del apego. La ilusión surge solamente en aquellos que olvidan sus referencias espirituales. El egoísmo es la principal causa que provoca que la gente se olvide de su Verdad esencial. Una vez que el egoísmo entra en el hombre, éste se aleja del ideal y se precipita desde lo alto de la escala humana en una rápida caída, peldaño tras peldaño, hasta el mismísimo suelo, hasta su más baja condición. El egoísmo crea antagonismos, odios y apegos. A través de los apegos y los afectos, y también a través de la envidia y el odio uno se interna en la actividad hundiéndose en el mundo. Esto conduce a una identificación cada vez mayor con el cuerpo físico, incrementándose así el egoísmo.
Con el fin de liberarse de la doble atadura del placer y el dolor, uno tiene que desembarazarse de la conciencia del cuerpo físico y permanecer limpio de acciones egocéntricas.Tal cosa requiere de la ausencia de apegos y odios. El deseo es el enemigo número uno de la Liberación o «moksha». El deseo puede atarlos al ciclo de nacimientos y muertes, trayendo además consigo innumerables preocupaciones y penas. «Moksha» es sólo otra palabra para denominar a la independencia que no está sometida a ninguna persona o cosa exterior.
Si la mente es controlada y ejercitada con precisión, podrán alcanzar la Liberación (moksha); por tal motivo, deben saturarse con pensamientos acerca de Dios, lo cual les ayudará a discernir los interrogantes sobre la naturaleza de la Realidad.
Cuando la mente se haya purificado y esté libre de ataduras, la conciencia del ego desaparecerá por sí sola.
No ser afectado en ninguna forma por el mundo: ése es el sendero de la autorrealización, la cual no puede ser adquirida en el cielo o el monte Kailas, excepto en el propio ser interno de cada uno.
La llama del deseo no puede ser extinguida sin la conquista de la mente. La mente no puede ser dominada si no se apagan las llamas del deseo. La mente es la semilla, el deseo es el árbol. Solamente el conocimiento de la esencia del Alma puede arrancar de raíz ese árbol. De esa manera, la mente, los deseos y el Conocimiento del Alma son interdependientes. El que está liberado en vida («jivanmuktha») está firmemente instalado en el Conocimiento del Alma. El ha alcanzado este estado viviendo en la «mithya» (una mezcla de verdad y falsedad) del mundo y contemplando sus caídas y sus errores. A través de estos medios él ha desarrollado una agudeza de percepción sobre la naturaleza del placer y el dolor y, con ella, una ecuanimidad hacia ambos. Sabe que las riquezas, las alegrías y los placeres mundanos son todos inútiles y hasta dañinos. Toma las alabanzas, las críticas y hasta los golpes con una convicción serena: no lo afectan ni el honor ni el deshonor. Obviamente, el ser liberado en vida del ciclo de nacimientos y muertes, alcanza ese estado solamente después de largos años de disciplina sistemática y fe inquebrantable cuando el dolor y la incertidumbre lo asaltan. Las derrotas sólo ocasionan que él torne más rigurosa la disciplina adoptada …
La percepción directa de Dios es el estado en el cual el aspirante está libre de cualquier duda en relación a la unidad del individuo y Dios. Libre de esta duda, el aspirante quedará plenamente seguro de que las dos entidades, siendo una, serán siempre una. Cuando dicho estado se obtiene, el aspirante no sufre ya más confusión; no confundirá una cosa con otra, ni sobrepondrá una a la otra. No volverá a confundir a la soga con una serpiente, y sabrá todo el tiempo que únicamente había una cosa, la cuerda. No sufrirá tampoco por sentir que la refulgencia de Brahman no existe en su propio corazón, como afirmaba anteriormente. En el centro mismo del corazón de cada individuo existe el Absoluto Universal, más pequeño que lo más pequeño y más grande que lo más grande. Por lo tanto, el sabio que ha tenido una visión del Alma en él, jamás sufrirá congojas.
El Alma (Atma) existe en todas las cosas vivientes: en la hormiga y en el elefante. El mundo entero está envuelto y sostenido por esta sutil Alma. Por eso el aspirante espiritual tiene que mantener su atención lejos del mundo exterior y volverse más introspectivo; tiene que dirigir su visión hacia el Alma. Debe también analizar los procesos de su mente y descubrir por sí mismo de dónde provienen todos esos cambios y agitaciones que experimenta. A través de estos métodos todo atisbo de «intención» y «deseo» tiende a desaparecer. Después, la única idea que quedará fija será la idea de Brahman y el único sentimiento que ocupará su mente será el sentimiento de la bienaventuranza que surge cuando se alcanza el estado de Sat Chit Ananda (Ser-Conciencia- Bienaventuranza).
Un sabio de esta categoría no se verá afectado por el gozo o por las penas, ya que estará siempre sumergido en el océano de la bienaventuranza del Alma, muy por encima y más allá del alcance de las cosas mundanas. A la constante contemplación del Alma y de su gloria se les denomina con las palabras «Brahmabhyasa» y «Jñanabhyasa»: la práctica de Brahman o el cultivo del Conocimiento Supremo.
La mente está muy influida por la pasión hacia los placeres materiales y el engaño de la ignorancia que persigue con una velocidad sorprendente los siempre evanescentes objetos del mundo, motivo por el cual tiene que ser una y otra vez conducida hacia ideales más elevados. Por supuesto que esto es muy difícil en un principio, pero mediante el entrenamiento constante puede lograrse la docilidad de la mente y entonces podrá mantenerse fija en el regocijo permanente del Pranava Om (el sonido inicial de la Creación). La mente puede ser entrenada siguiendo los métodos de la persuasión suave, la promesa de alicientes atractivos , la práctica de retirar los sentidos del mundo exterior, el cultivo de la sinceridad y la constancia, y la adquisición del equilibrio mental, es decir, los métodos de «control de los sentidos», «de las emociones», «de los deseos», «fortaleza», «fe» y «serenidad».
La mente puede ser dirigida hacia la constante contemplación de Brahman por medio del estudio de los Upanishads, la adopción de una oración regular, el compartir con otros el éxtasis de los cantos devocionales y la adhesión a la Verdad. Muy frecuentemente, con el progreso de la meditación, nuevos deseos y nuevos propósitos surgen en la mente. Sin embargo, uno no debe entregarse a la desesperación; la mente puede ser vencida con la condición de que uno tome esta tarea muy en serio y siga una rutina muy regular de entrenamiento. El resultado final de ese entrenamiento es «nirvikalpa samadhi», o la conciencia ilimitada e inmutable de Bienaventuranza.
El «nirvikalpa samadhi» proporciona un conocimiento pleno de Dios y esto a su vez conduce a «moksha», la Liberación de la rueda de nacimientos y muertes.
La mente debe ser sintonizada en la contemplación de Dios, y uno tiene que esforzarse en seguir el sendero divino. El Conocimiento del Alma únicamente puede ser obtenido por el triple camino del abandono de los vasanas (tendencias subconscientes), el desarraigo de la mente y el análisis de las experiencias para comprender la realidad. Sin éstos, el Conocimiento del Alma ni se asomará. Los instintos o vasanas y los impulsos estimulan la mente hacia el mundo sensorial y atan al individuo al gozo y a la miseria; es por esto que los vasanas deben ser dominados, lo cual puede lograrse por medio del discernimiento, la meditación en el Alma, la reflexión, el control de los sentidos, el control de los deseos, la renunciación y otras disciplinas similares.
La mente, verdaderamente, es un montón de vasanas (costumbres adheridas en la mente, tendencias, pasiones, impulsos, hábitos, etc.); la mente es el «jagath» mismo (el Universo); es todo el mundo para el individuo. Cuando se está en sueño profundo la mente no funciona y por lo tanto el Universo prácticamente no existe para el individuo. El Universo nace, o «entra en la conciencia», y muere, o «desaparece de la conciencia», de acuerdo con el poder cognoscitivo de la mente. En consecuencia, cuando la mente es destruida, el mundo es también destruido y se es libre, se logra la Liberación.
Quienquiera que tenga éxito en el control de la conciencia, puede tener una visión del Alma. La conciencia es el árbol, la semilla es el ego o el sentimiento del «yo». Cuando la semilla del «yo» es desechada, todas las actividades de la conciencia se desvanecen también automáticamente.
El aspirante espiritual que se ha empeñado en alcanzar estas metas tiene que estar siempre alerta y vigilante. Los sentidos pueden en cualquier momento reconquistar el imperio perdido y esclavizar al individuo y éste puede perder mucho del terreno ya ganado. Esta es la razón por la cual a los aspirantes espirituales se les advierte acerca del apego hacia el mundo.
Manténganse siempre inmersos en la búsqueda de la Verdad. No desperdicien tiempo en la multiplicación y satisfacción de los deseos. Una fuente de placer ansía irremediablemente otra fuente; de esta forma la mente busca una y otra vez obtener los objetos que ha desechado. Por lo tanto, no accedan a los caprichos de la mente. Apártense, aun por la fuerza, de las atracciones sensoriales. Porque ni siquiera las oraciones deben hacerse de acuerdo con los caprichos de la mente. Uno tiene que acostumbrarse a un mismo horario y lugar. ¡El Alma por sí misma sostendrá a tales aspirantes y les dará fuerza y seguridad!
Aquel que ha dominado su mente será siempre el mismo, en los buenos y en los malos momentos. Las aflicciones y las alegrías no son sino aberraciones de la mente. Cuando la mente se asocia con los sentimientos y el cuerpo, se ve transformada, afectada y agitada. Cuando uno ingiere alguna droga o bebida embriagante deja de sentir dolor. ¿Cómo sucede esto? La mente se aísla del cuerpo y, por lo mismo, no se siente perturbada por el dolor físico o por las incomodidades. En forma similar, el seguidor del Sendero del Conocimiento sumerge su mente en el Alma y disciplinándola puede establecer así la quietud y la Paz interior.
El sabio obtiene la completa bienaventuranza de su propia Alma, y no la busca en ningún lugar fuera de sí. De hecho, él no deseará ni intentará encontrar gozos en ninguna cosa exterior y estará satisfecho con el gozo interior que ha logrado. La grandeza del sabio está más allá de cualquier descripción, incluso más allá de la imaginación. Los Srutis proclaman: «Aquel que ha conocido a Brahman se convierte en Brahman mismo». «Aquel que ha obtenido el principio de Brahman se convierte en lo más elevado».
Todas las burbujas son de la misma agua; de igual manera, toda la multiplicidad de nombres y formas, todo este Universo creado, no es sino Dios mismo. Esta es la firme convicción del sabio y puede ser también su genuina experiencia. Todos los ríos fluyen hacia el mar y se pierden en él; de igual manera, también los deseos se pierden en la conciencia refulgente del Alma realizada. Esto es lo que se denomina la visión del Atma («Atmasakshathkara»).
El Alma es inmortal, ¿no es cierto? Es no nacida y, por lo tanto, no es afectada por el proceso de cambios de las seis envolturas. Es sin nacimiento («aja»), sin edad («ajara»), sin muerte («amara») y sin declinación ni extinción («avinasi»). Estos procesos sólo actúan sobre el evanescente cuerpo y son: nacer, existir, crecer, cambiar, envejecer, declinar y, finalmente, morir. El Alma no sufre dichos cambios; es estable, inmutable, fija, eterna; ella es el testigo de todos los cambios en el tiempo y en el espacio, no es afectada por las transformaciones, al igual que una gota de agua sobre una hoja de loto.
La liberación de los tentáculos de la mente puede ser conseguida por la adquisición del Conocimiento del Absoluto («Brahmajñana»). Este tipo de liberación es la genuina autonomía («swarajya»): ésta es la verdadera Liberación («moksha»). Cualquiera que perciba la realidad que se halla detrás de todas las imágenes del mundo pasajero no será inquietado por los instintos, los impulsos o cualquier otro estímulo; él será el maestro de la Verdadera Sabiduría.
El ladrón que nos ha robado la preciosa piedra de la realización no es sino la misma mente; por lo tanto, si el ladrón es atrapado, amenazado y castigado, la joya podrá ser recuperada. El poseedor de la joya será inmediatamente colmado con honores e instalado como Dios mismo.
El aspirante espiritual tiene que buscar a las personas que han logrado este Conocimiento y aprender de sus experiencias; debe honrarlos por ello y compartir con ellos su gozo. Verdaderamente, estos aspirantes son benditos, porque están en camino hacia el estado de libertad («swarajya»). Este es el misterio de Brahman, la comprensión de que no hay otro. Este es el Conocimiento del Alma («Atmajñana»).
Fuente: Extracto de «La Senda del Conocimiento» (Jnana Vahini) capitulo 2, por Sri Sathya Sai Baba.