VIVIENDO CON DIOS …
por Vikas Varma
18/10/2019
Mientras amanece otro día, me despierto mirando hacia adelante para un día más de «Vivir con Dios». El mero pensamiento trae gozo y alegría. Silenciosamente cierro los ojos y doy gracias a Dios por Su presencia y benevolencia. Esta oración de gratitud se convierte en mi meditación y el día tiene un inicio auspicioso. Como dicen, bien comenzado es mitad hecho.
Entonces, ¿quién es este Dios con el que vivo? El Dios al que me refiero aquí no es una persona, sino una conciencia que está conmigo en todo momento. Es una presencia que guía, impulsa e inspira. Siempre está presente y accesible, sólo tengo que permanecer conciente de ella. En cierto modo, puedo decir que vivir con Dios es una vida de conciencia o, digamos, percepcion consciente. Uno puede simplemente denominarlo como vivir consciente.
Esa Presencia es una energía que es inherente a todos y permanece con nosotros hasta nuestro último aliento. Hay que trabajar para reconocer su existencia y disponibilidad.
Este trabajo que tenemos que hacer se conoce como «chit shuddhi» o purificación del corazón. Consiste en prácticas espirituales que elevan la devoción como oraciones, estudio de las escrituras, satsang, meditación, etc. Tal devoción encuentra su culminación en el servicio desinteresado o «seva». Lo que es esencial aquí es el «bhava» (sentimiento) o la actitud con la que uno lleva a cabo todas estas actividades. No se trata tanto de lo que hacemos sino de cómo lo hacemos.
Los signos de progreso en este sendero aparecen cuando el comportamiento cambia y se vuelve más amable, afectuoso y amoroso. Mientras uno continúa por este camino, se percata de esta la más gentil de todas las presencias. Y la guía intuitiva comienza a fluir desde el Guru interno. A medida que seguimos esta guía y experimentamos los resultados, nos sentimos más animados y seguros.
En este estadio, uno siente que puede estar solo sin sentirse aislado. La Presencia siempre está ahí con ustedes. Todo el miedo desaparece y están prontos para una aventura en lo desconocido. Para entonces, realizamos que el «Conocedor de todos» está con nosotros en todo momento, guiándonos y protegiéndonos a cada paso.
Es un camino autopropulsado. Es como poner la carretera bajo tus pies mientras das cada paso. Este viaje es más emocionante que cualquier deporte de aventura como el salto en bungy, el rafting, etc., ya que no tiene fin. Uno se vuelve confiado, relajado y cierto de que un plan para el mayor bien se está desplegando en todo momento. Sabe que las experiencias requeridas para el propio crecimiento y evolución están viniendo en su camino.
La mente pasa a un segundo plano y advertimos que una sabiduría superior esta a cargo. El miedo a lo desconocido se aleja. Comienza una vida de rendición. La vida se convierte en un flujo. El río encuentra su curso hacia el mar, sin importar las grandes rocas y arbustos en su marcha.
Esto entonces es vivir con Dios, para Dios y en Dios. Una vida de belleza, gracia, plenitud y aventura. Nunca habrá un momento aburrido en la vida de uno.
Amor, Luz, Gratitud y Dios.
Vikas