El CAMINO DE JESÚS – por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba – Discurso Divino, 25/12/1979

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El CAMINO DE JESÚS

por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Discurso Divino, 25/12/1979

Hay cuatro tipos de personas: las que ven únicamente lo bueno en todas partes; las que, menos espirituales en su visión, miran lo bueno como bueno y lo malo como malo; las que cierran sus ojos a lo bueno y miran únicamente lo malo, y, finalmente, las peores de todas: las que incluso a lo bueno lo juzgan malo. Nadie trae riqueza cuando nace ni se la lleva cuando muere. Cualquier riqueza que uno acumule debe compartirse libremente con otros. Las flores esparcen fragancia, los árboles ofrecen frutos en abundancia. En vez de aprender las lecciones que ellos enseñan, el hombre anda en pos de los caprichos de sus sentidos y ambiciona fama y autoridad sobre otros. El contento es la mayor y más preciada riqueza; la codicia trae desdicha. Sólo el contento tiene la virtud de llevar al hombre hacia la meta de su vida, la Divinidad.

Un corazón tierno es más valioso que todas las posesiones materiales. Cuando se adquiere excelencia moral y espiritual, se hace patente lo divino en el hombre. Viswamitra era un gran rey, orgulloso de su poder y de la vastedad de su reino. Quiso vencer al sabio Vasishta pero no tuvo éxito. De esa manera aprendió la lección de que los poderes físicos, materiales y mentales son demasiado débiles para conquistar el poder divino. Así, emprendió la disciplina espiritual para limpiar su mente de ira, codicia y envidia. Como resultado, se volvió sabio. Los hermanos Kauravas, cien eran ellos, se embriagaron de codicia aunque ya poseían riquezas en abundancia y un vasto reino; pelearon con sus primos, los Pandavas, sólo cinco temerosos de Dios y conducidos por Él. Al final, los Kauravas se destruyeron a sí mismos hasta el último hombre y los Pandavas fueron bendecidos con la victoria. Los hermanos Hiranyaksha y Hiranyakasipu lograron obtener como don de Dios el dominio sobre los elementos, pero emplearon mal este poder y diseminaron la destrucción por todo el mundo. El hombre debe adquirir dominio sobre los impulsos impuros de su mente: lujuria, ira, odio, celos; sólo entonces estará en posibilidad de gozar de la Paz Divina que es su derecho de nacimiento.

Cada ser viviente está en un peregrinaje, lo sepa o no. El Bhagavata Purana, un antiguo texto de las Escrituras, dice que el destino de todos los seres es retornar a su origen. El Señor Krishna ha declarado en el Gita que todos los seres han surgido de Él y tienen que fundirse en Él. El sol forma nubes elevando agua del mar en forma de vapor; el agua del mar cae como lluvia, el agua de lluvia se acumula y fluye como corrientes y ríos, hasta que se funde con su origen, el mar. Es fiel a su destino; afronta valientemente todas las dificultades y obstáculos que se le presentan en su senda de peregrino.

El hombre ha venido a este mundo como mensajero de Dios. Jesús se anunció como mensajero de Dios. Pasó muchos años en austeridad a fin de poder derramar compasión y amor sobre toda la humanidad. Después, se preguntó: “¿Soy sólo un mensajero o estoy más estrechamente relacionado con Dios, soy también una parte de Dios con lo divino como esencia?” Jesús pasó doce largos años errando solo por los desiertos dedicado a esta indagación. Al final de este período, retornó entre los hombres y anunció: “Soy el hijo de Dios”.

En esa época, los sacerdotes de Jerusalén se habían vuelto corruptos y venales. Habían degenerado en hombres soberbios y egoístas. Jesús los condenó y trató de arrancar de raíz las costumbres perniciosas. Puesto que a sus ojos todas las formas eran divinas, Él no podía tolerar ninguna acción que contradijera esa postura. Así, cuando la gente le preguntaba quién era tenía la convicción para responder: “Yo y mi Padre somos uno”. Jesús trató de enseñar a cada uno la paternidad de Dios y la hermandad del hombre. Hombres tradicionalistas y llenos de egoísmo consideraron a Jesús un falso profeta y emplearon todos los medios para impedir su misión. Sin embargo Él no vaciló y, enfrentando toda oposición, continuó siendo ejemplo de la verdad viviente purificando a la sociedad. Muchos discípulos lo siguieron, pero a lo largo de la historia, como ha ocurrido con Rama, Krishna, Jesús y Mahoma, esos discípulos, pese a su cercanía, raramente se han consagrado por completo. La mayoría sólo son devotos a medias. Jesús tuvo doce discípulos, de los cuales la mayoría tuvieron fe en Él y vivieron Sus enseñanzas, pero Judas cedió a la codicia. Traicionó a su maestro por treinta monedas. No tuvo ya alegría en la vida después de este acto, su mente le negó la paz y tuvo que buscar refugio en el suicidio. La traición de gente que simula adorar ha ocurrido en todas las épocas. Gente corrupta, egoísta y ambiciosa esparce falsedades acerca de sus propios maestros. Oímos de Judas desde hace 2000 años. Pero en la era de Kali la gente está obsesionada por el dinero y los Judas se han multiplicado. Anhelan acumular mezquinas riquezas, cuando en realidad el buen carácter, la conducta recta y el conocimiento de Dios son los tres verdaderos tesoros que deben ser reunidos. Tierras y edificios, oro y plata, dólares y otras divisas son temporales y triviales. Constituyen posesiones sólo mientras dura la vida, pero aquellos tres tesoros persistirán, los sostendrán y los fortalecerán a ustedes hasta que alcancen la unión con el infinito.

El hombre es perito en astronomía; sabe todo acerca de la Tierra, está enterado de todo lo que pasa en América, Rusia e Inglaterra, pero no sabe quién es, y por eso, todos los demás conocimientos no lo hacen sabio. Está ansioso por reunir información acerca de todo, pero nunca se pregunta: “¿Quién soy yo?”, no obstante que usa libremente y casi siempre las palabras “yo” y “mío”. Ustedes son el labriego; el cuerpo es el campo. Siembren la semilla del bien y recogerán la cosecha de la felicidad; siembren la semilla del mal y cosecharán dolor. Ustedes son la causa de una y otra consecuencia. No culpen a otros ni le atribuyan parcialidad a Dios. Sobre todo, no se aferren a este transitorio mundo objetivo; está lleno de aflicción y cambios; cultiven desapego, ecuanimidad, autocontrol y amor. Adquieran el conocimiento acerca de los niveles superiores de conciencia y los planos más elevados de existencia. El conocimiento conduce a la habilidad. De la habilidad en el empleo de tal conocimiento, uno consigue equilibrio. Deben reconocer que esta vida es una etapa en el largo peregrinaje y que ahora nos encontramos en un hotel, un lugar de descanso temporal que también tiene un vigilante, la mente, de manera que no se sientan permanentemente atados a la mente o al cuerpo. Este cuerpo “negativo” tiene el «positivo» de la divinidad dentro de él. Cuando se vuelvan infinito amor, lo Divino se manifestará en ustedes, a través de ustedes. Traten de ser como Jesús.

Jesús era una persona cuya sola alegría estribaba en esparcir Amor Divino, ofrecer Amor Divino, recibir Amor Divino y vivir en el Amor Divino.

Existen varias teorías sobre la fecha de nacimiento de Jesús, basadas en la brillante estrella que apareció durante su nacimiento. Se dice que esta estrella es visible una vez cada 800 años. Algunos argumentan que Jesús nació el 15 de septiembre, pero Él nació a las 3:15 de la mañana del 28 de diciembre de hace 1980 años. Era domingo. La estrella que apareció ese día se ve cada 800 años. Su aparición no tiene relación alguna con el nacimiento de Jesús. No hay regla que diga que cuando la energía divina o la encarnación divina desciende a la Tierra, deba aparecer una estrella. Ésa sólo es la opinión de los devotos. Sin embargo, Jesús fue él mismo una estrella de inmenso valor que difundía brillantez de dimensión infinita. ¿Por qué colocar otro resplandor menos brillante?

Hoy es el día del nacimiento de Jesús, celebrado entre las nevadas de diciembre, con luces, arbolitos y oraciones. Pero es inútil rezar sólo un día y olvidar a Dios el resto del año. Ése es un espectáculo frívolo; no emana del corazón. Somos verdaderos cristianos únicamente cuando vivimos de acuerdo con las enseñanzas de Cristo y las practicamos en nuestra vida diaria. Con seguir siquiera dos de Sus enseñanzas bastaría. Cristo dijo: “Toda vida es una sola, querido hijo, sé igual con todos”. Si observáramos verdaderamente esto, bastaría para cumplir nuestro destino. Cuando Él estaba en la cruz vencido por la agonía, una voz surgida de lo invisible dijo desde los cielos: “La muerte es el vestido de la vida”. El cuerpo es el vestido que usa el Espíritu Divino. Por consiguiente, no debemos llorar cuando el cuerpo se desecha, declina o se daña. La muerte es un incidente, ésa es la naturaleza verdadera del cuerpo. Los hombres buscan la causa de la muerte; nadie, empero, busca el origen de la vida. Durante el breve espacio de la vida, dedíquense a la glorificación de Dios y a efectuar la obra de Dios.

Dios ha encarnado en forma humana para inspirar a los hombres a seguir ideales superiores, no sólo en la India sino también en otros países. Los hombres pueden tener lenguas y estilos de vida diferentes, pero Dios es uno y está en todas partes. Todas las religiones hablan de Él como amor y como alcanzable por medio del amor. Las formas de adorar a Dios difieren porque están modeladas por el tiempo y el lugar, pero el amor es el contenido básico de todas las formas. Todos los corazones hablan y entienden el lenguaje del corazón. Realmente, sólo hay una raza y ésta es la raza humana. Ahora consideramos esenciales las mezquinas distinciones de nacionalidad, raza, religión y lenguaje y retenemos el amor que debe fluir desde nuestro corazón hacia cada uno. Tales fueron la vida y el mensaje de Jesús. Foméntenlos en su corazón. Sientan a Jesús como su mensajero enviado por Dios.

Sólo el amor es capaz de revelar la Divinidad latente en todos. El amor es Dios: vivan en amor. El amor vive dando y perdonando; el ego vive obteniendo y olvidando. El amor es desprendimiento; el egoísmo, desamor. No malgasten su vida aspirando a los estrechos intereses del ego. ¡Amen! ¡Amen! Vuélvanse lo que realmente son: encarnaciones del Amor. No importa cómo los traten los demás o lo que piensen de ustedes; no se aflijan. Sigan a Jesucristo. Amen por su propia evolución y no para lo que otros digan. No imiten a otros; cultiven su propia vida. Ustedes tienen su propio corazón, sus propias opiniones, sus propias ideas, su propia voluntad. ¿Por qué, entonces, imitar? La imitación es humana, dicen; pero la creación es divina. Sigan su sendero elegido. Dejen que su propia experiencia de Dios sea su guía y maestra. No se vayan a la tumba copiando débilmente a otros. No encontrarán a Dios si lo buscan en el mundo externo. Su propio corazón brillante de amor es el amor de Dios. Sigan al maestro. Enfrenten el mal. Luchen hasta el final y terminen el juego. Ustedes son Dios. El verdadero ‘Yo’ es Dios.

Ustedes no son una persona, sino tres: la que piensan que son, la que otros piensan que son y la que realmente son. Ustedes piensan que son el cuerpo con sus sentidos insaciables, los demás piensan que ustedes son sus personalidades. Lo que realmente son es espíritu divino infinito. Constantemente deben recordarse a ustedes mismos: “Yo soy Dios, yo soy Dios, yo soy Dios”. El día que se vean como Dios, se volverán Dios.

Si piensan “yo sólo soy humano”, se descarriarán. No permitan que su cuerpo y sus sentidos dicten sus movimientos. Adquieran la visión interna. El cuerpo es el carro; el espíritu, el caballo. No pongan el carro delante del caballo. La práctica espiritual es el único medio de lograr paz mental. Si todos los vehículos de los Estados Unidos se pusieran uno detrás de otro, alcanzarían la luna; pero no hay felicidad verdadera allá, no hay paz mental. No cultiven las riquezas, la comodidad o el lujo, sino las virtudes divinas. Entonces serán aptos para recibir la gracia de Dios. ¿Por qué trocar la paz mental permanente por lujos efímeros?

Hablen dulcemente; esparzan consuelo con cada mirada suya. No sean esclavos de sus deseos sensuales. Prahlada (un gran devoto de Dios) le dijo a su padre, quien había conquistado los tres mundos, que no había logrado vencer la lujuria y el deseo. Ustedes deben vencer la lujuria y dominar la ira. Alejen de su mente la codicia, el odio y los celos y dediquen sus manos al servicio de la humanidad. Jesús enseñó amor y compasión infinitas. Para resucitar el amor y la compasión, ustedes tienen que eliminar la envidia y el egoísmo y purificar sus corazones. Ganen la verdadera misericordia de Jesús. Sigan la senda enseñada por Él y alcancen la posición que Él tiene.

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Fuente: Mensajes de Sathya Sai, Volúmen 14