CÓMO COMENZÓ TODO
Por Sri Madhusudhan
(Publicado por www.saivrinda.org)
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Sri Madhusudhan es uno de los muy brillantes y talentosos ex alumnos del Instituto Sri Sathya Sai de Educación Superior. Él ha recibido dos medallas de oro de Swami por ocupar el primer puesto en la Universidad en los cursos de Licenciatura en Ciencias (con honores) y de Máster en Administración de Empresas. Más importante aún, es un devoto comprometido y un sincero aspirante espiritual dedicado a la misión divina
Era el último día de nuestro viaje a Kodaikanal con Bhagawan en el verano de 2003. Mientras le hacía padaseva (postración a los pies) a Swami, Él me golpeó juguetonamente la cabeza y me preguntó: “¿Qué hará después, señor?”. Mi postgrado en Administración de Empresas en el Instituto Sri Sathya Sai de Educación Superior, Prasanthi Nilayam, había llegado a su fin. Después de haber pasado siete de los mejores años de mi vida a Sus pies desde 1996 hasta ese día, no tenía corazón para regresar a mi ciudad natal, cerca de Raipur en el estado de Chhattisgarh, a 1200 km de distancia.
Le rogué: “Swami, quiero estar a Tus pies”.
“No hay sitio a Mis pies. Si todos vosotros permanecéis aquí, ¿quién Me servirá afuera entonces? ¡Ve y difunde los ideales de Swami en el mundo exterior!”, me ordenó Swami. ¡Poco me di cuenta en aquel entonces del propósito y el significado de aquellas pocas palabras!
Swami me bendijo para que trabajara en un banco privado en Bengaluru (Bangalore), Karnataka, y me permitió misericordiosamente visitar Prasanthi Nilayam para tener Su darshan con frecuencia. Durante muchas de esas visitas, Él me preguntaba compasivamente acerca de mi trabajo y mi vida. No obstante, nunca me permitió renunciar a mi trabajo y permanecer con Él en Puttaparthi, a pesar de las varias veces que ansiosamente se lo pedí. Había un propósito que estaba mucho más allá de mi comprensión.
Al cabo de seis años, Él finalmente me permitió renunciar a mi trabajo, pero todavía no quería que viniera a Prasanthi Nilayam. Permanecí solo, hasta que un día de marzo de 2011, Él decidió aparecer en mi hogar en Bengaluru.
Yo estaba rezando, sentado frente a Su sillón en Su habitación en nuestro hogar, ¡cuando sentí que Él estaba sentado en el sillón y diciendo algo que yo podía entender! Durante las varias largas interacciones que tuve con Él mientras yo hacía mi postgrado, Swami solía hablarme muy gentilmente, guiándome y contándome diversas cosas: sobre Sí Mismo, sobre Su Misión, sobre Sus devotos y planes futuros; por lo tanto, no fue muy difícil para mí darme cuenta de que verdaderamente era Swami. No dejé de reconocer la misma voz melodiosa, el mismo telugu dulce y los mismos gestos que eran exclusivos sólo de nuestro Swami.
Por supuesto, era un poco extraño, porque yo no había experimentado algo así nunca antes, incluso mientras fui un estudiante durante siete años. Pensé que estaba alucinando porque, como todos los demás, yo también había estado rezando y pensando demasiado en Swami, pues Él no se encontraba bien de salud. Sin embargo, Swami siguió viniendo cada día y siguió hablándome en telugu, que yo podía entender claramente.
Un buen día, Él dijo: “Tú dudas si soy Yo o es tu imaginación. Mira, tu amigo Sridhar vendrá ahora. En diez minutos él llamará al timbre de la puerta, entrará y te dará una caja con el desayuno”. Eso fue a las 8 de la mañana. Este Sridhar había sido mi compañero de clase cuando yo estudiaba en Puttaparthi, pero no lo había visto desde hacía meses, aunque ambos vivíamos en la misma ciudad. Esperé a que esto ocurriera para confirmar mi fe.
Y ocurrió. Diez minutos después, oí el timbre. Cuando abrí la puerta, Sridhar estaba allí de pie. No sólo estaba allí de pie, sino que además tenía una caja en su mano. Me traía el desayuno. Le pregunté a Sridhar: “¿Qué te hizo venir tan temprano por la mañana, sin siquiera llamarme antes?”. Él dijo: “Nada en especial. Mientras desayunábamos, mi esposa y yo hemos sentido que hacía mucho tiempo que no te veíamos. Entonces mi esposa dijo: ‘¿Por qué no vas a ver a Madhusudhan de camino a la oficina y le llevas algo de desayuno?’”. Ahora estaba absolutamente seguro de que no era simplemente mi imaginación o una alucinación.
Después de eso, esto se volvió un fenómeno regular: Swami venía, me hablaba y me decía muchas cosas, incluso después de ser admitido en el hospital. Entonces llegó el día en que los médicos declararon a Swami ’muerto’. Yo estaba sorprendido porque Swami seguía diciendo: “Yo regresaré. Si tienes fe, Yo regresaré”. Tal y como muchos de nosotros pensábamos en ese momento, creí sinceramente que Él saldría del hospital, que caminaría entre nosotros nuevamente, y que le demostraría al mundo entero que Él es Dios y que está más allá de cualquier tratamiento médico. Pensábamos que era Su leela, que Él estaba jugando un juego y que dejaría la cama de hospital, recuperaría la salud ¡y que quizás incluso caminaría! Swami solía decir: “Un día, Yo correré. Volaré por el cielo”. Yo solía creer que Él realmente haría todas estas cosas físicamente. Así era como muchos de nosotros pensábamos en aquel tiempo.
¡Pero eso no ocurrió! El 24 de abril de 2011, regresé a Su habitación en nuestra casa y comencé a llorar: “¿Qué está sucediendo, Swami? Tú dijiste que regresarías, pero quizás eso no ocurra. ¡Todos dicen que te has ido!”. Swami dijo: “No, no, esto es todo tamasha (espectáculo). ¿A dónde puedo ir? ¡Estoy aquí, justo frente a ti!”. Yo exclamé: “Tú estás aquí frente a mí, pero allí ellos te están quitando el respirador y te pondrán dentro del féretro. Te enterrarán”. Él respondió: “No. Estoy aquí contigo. Siempre estaré aquí. Tú ve y contempla el tamasha en Puttaparthi”.
Con el corazón latiendo agitadamente en mi pecho, fui a Puttaparthi, conduciendo solo desde Bengaluru, esperando presenciar el milagro del milenio. Sin embargo, cuando vi Su cuerpo yaciendo allí en el ataúd, eso simplemente me rompió el corazón. Dije: “No puede ser cierto. Swami no puede regresar. Mira esto. Ellos lo han sellado en esa caja de hielo. Incluso si Él estuviese vivo, no sobreviviría a ese frío”.
Sucedió que, al cabo de dos días, se decidió que el Cuerpo yacería en el mismo lugar donde Swami solía sentarse a otorgar darshan. Yo estaba llorando esa mañana, diciéndome a mí mismo: “He sido engañado. He sido embaucado. Swami dijo que regresaría. Él no regresó. ¡Simplemente me engañó!”.
Estaba llorando para mis adentros cuando repentinamente sentí un golpe en la cabeza. Fue tan fuerte que me sacó de mi llanto. Levanté la vista. Pensé que quizás algún voluntario sevadal estaba tratando de decirme algo. Miré hacia arriba y vi a Swami allí de pie, muy real, en carne y hueso, con una túnica amarilla. Me miró compasivamente y dijo: “¿Por qué estás llorando?”.
Yo dije: “Swami, mira allí. Se están llevando Tu Cuerpo. ¡Lo van a poner en la fosa en cualquier momento, y Tú jamás regresarás!”. Él dijo: “¿De dónde debería regresar? Jamás Me he ido a ninguna parte. Estoy justo aquí contigo. ¿Por qué estás llorando? Ese no soy Yo. Es sólo tamasha”. Él siguió asegurándomelo. Yo confié en eso. Me dio algo de consuelo.
Por supuesto, el Cuerpo quedó bajo tierra; todos sabemos eso. Sin embargo, Swami siguió viniendo y hablando conmigo. Yo pensé que era sólo una conversación personal, como el modo en que Swami solía hablarme durante mis días de estudiante. Con el tiempo, me di cuenta de que Él estaba en una misión más importante.
Gradualmente, Él comenzó a hablarme acerca de la necesidad de construir un hospital de súper especialidades en Raipur (Chhattisgarh) primero y luego, con el tiempo, en muchos otros estados. Él también me dijo que habría muchas nuevas escuelas en Karnataka, en todos los distritos. Habría proyectos de suministro de agua potable en muchos estados del país. ¡Y todo esto se haría durante los próximos diez años de Su vida!
Swami también me explicó que no pudo continuar físicamente porque le resultaba imposible incluso cepillarse los dientes o ponerse Su ropa y cuidar de Sí Mismo. Era demasiado denigrante depender de otros durante tanto tiempo, por lo que decidió abandonar el ‘coche viejo’, como Él lo llamaba, que ya no funcionaba, y cambiarlo por un ‘coche nuevo’ que pudiera ir más rápido hacia la misma Meta de Transformación. “La Carretera es la misma. La Meta es la misma. Es sólo el coche lo que ha cambiado”, dijo Él.
Entonces Él explicó que posee cuatro formas. La Forma Física, Sthoola Shareera, como todos tenemos; la Forma Sutil, Sookshma Shareera, que es la mente, con sentimientos y pensamientos, tal como la Forma Física, pero sin carne ni huesos; la Forma Sutil Superior, Athi Sookshma Shareera, que es como Él entra en los sueños y las meditaciones de las personas; y finalmente, la Forma Supra Sutil Omnipresente, Para Sookshma Shareera, en la cual Él está presente en cada ser y en cada átomo, en todas partes.
Swami dijo: “Yo estaré en esta Forma Sutil, que es como la Forma Física, pero sin carne ni huesos”. Así es como Él va a llevar adelante Su misión. “¡Mi trabajo aún no ha terminado!”, Él declaró. “Manteneos desinteresados y puros para que Yo pueda usaros a todos como Mis instrumentos. Yo no tengo un cuerpo, pero usaré vuestros cuerpos para realizar Mi trabajo. Vuestras manos serán Mis manos, vuestros pies serán Mis pies, vuestras palabras serán Mis palabras y vuestras acciones serán Mis acciones. Sed desinteresados. Están por venir tiempos gloriosos, cuando el mundo entero se volverá Saimayam (lleno de Sai). Pronto, Yo regresaré en otra Forma Física como Prema Sai, quien os seguirá guiando a todos y continuará la tarea.”
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