Después de que se inaugurara el Ashram junto al mar en Fiyi, Swami llamó al coordinador principal del Ashram para hablar con él. Durante el proceso de construcción del Ashram, el coordinador tuvo que enfrentar muchos obstáculos y oír comentarios hirientes, de parte aquellos que opinaban en sentido contrario.
Swami contempló el mar en calma, desde la gran ventana de vidrio de su cuarto, y le dio un precioso consejo acerca de la persona que se ocupa de servicio social.
—Mira el mar: no se agranda ni se encoge, aunque muchos ríos desaguan en él, y mucha agua se evapora. De la misma manera, quien está en el camino del servicio social no debe hincharse de orgullo cuando lo elogian, ni encogerse de pena cuando lo difaman. Debe permanecer ecuánime como el mar, y aceptar con la misma actitud las flores y las pedradas.
Mientras el joven devoto pensaba en este mensaje, Swami dijo, con una sonrisa:
—De hecho, son siempre las piedras las que se disparan primero; solo después se arrojan las flores. Si estás tratando de hacer el bien y resultas criticado, debes sentirte tranquilo porque vas por buen camino.