EL HERMANO MADHUSUDAN NAIDU HABLA SOBRE LO QUE REALMENTE SIGNIFICA ENTREGARSE A DIOS – 1 de octubre de 2018
El Hermano Madhusudan Naidu dice: “La entrega no es cincuenta por ciento o noventa por ciento, ni siquiera noventa y nueve por ciento. ¡O te entregas o no te entregas! No existe nada llamado porcentaje de entrega. Es binario; ¡o eres cero o uno!”
“Puede que la mayoría de ustedes hayan leído dos libros de LA HISTORIA DIVINA. La primera parte es más un vuelo de fantasía; te lleva a través de muchas cosas milagrosas y misteriosas y te mantiene atrapado porque es una lectura muy agradable y feliz. Pero la segunda parte literalmente te sumerge de nuevo en el suelo duro y te dice que no es una historia tan sencilla y que hay muchas cosas acerca de ella, mucho más por debajo de la superficie que lo que está arriba, lo que se ve a simple vista. Y así se emprende un viaje de muchas realidades difíciles de nuestras vidas y de lo que se necesita para que Dios logre que el hombre se entregue a Él. El Sr. Isaac Tigrett siempre cita: “Debo romperte para rehacerte”. Swami es alguien que no cree en las renovaciones. Él cree en la aniquilación completa y luego en reconstruirte completamente de nuevo. Aquellos que se ocupan de la construcción y los interiores sabrán que la renovación requiere más esfuerzos que reconstruir todo de nuevo. Si el edificio se desmorona, es muy difícil renovarlo. Probablemente, lo mejor es simplemente destruirlo completamente y comenzar nuevamente. ¡Y con Swami, este es el camino! Podemos pensar que somos cincuenta por ciento buenos, cincuenta por ciento no buenos y Swami, de alguna manera, se asegurará de que el otro cincuenta por ciento sea mejor. Pero, ¿qué hace Él? Nos tomará a todos, y luego tomará el ciento por ciento de lo bueno y lo malo y lo convertirá en nada. ¡Lo colocará de nuevo en cero! Y después, comenzará una vez más. Una vez, Él me dijo que la entrega no es cincuenta por ciento o noventa por ciento, ni siquiera noventa y nueve por ciento. ¡O te entregas o no te entregas! No existe nada llamado porcentaje de entrega. Es binario; ¡o eres cero o uno! No existe un no en medio de la entrega. Yo tuve mi propia historia de entrega. Y era bastante obstinado. Si no era obstinado, no hubiese podido soportar tantas cosas que sucedieron durante esta travesía. Estoy seguro que muchos de ustedes aquí son personas muy fuertes que tienen grandes convicciones en sus creencias, que apoyarán lo que realmente creen y que no cederán a quienquiera que les contradiga. Y esa es la razón por la que estamos aquí tan firmemente arraigados en la fe de que Swami está aquí en la forma Sutil y que Swami está haciendo lo que está haciendo; a pesar de los amigos, socios cercanos, parientes, quienquiera que nos contradiga, no importa, porque todos nosotros somos personas que creemos en ciertas convicciones. O vives por los valores que crees o mueres por los valores que crees. No existe nada entre medio. No existe nada llamado “comprometer los valores”. Creemos completamente que Swami está ahí y que está haciendo lo que está haciendo. Y pase lo que pase, apoyamos eso. No hay cambio de nuestro apoyo por complacer o tranquilizar a unas cuantas personas, por muy cercanas que sean. Yo también soy un hombre de ciertas convicciones. Y creo que Swami está guiando y lo creo de verdad.
Puede que ustedes no lo crean, pero la mayoría de la orientación en los primeros años fue muy confusa para mí. Él decía algo y no sucedía. Me preguntaba si yo estaba alucinando o imaginando. Cuando diez cosas no sucedían y estaba a punto de renunciar, la décima primera cosa sucedía y mi espíritu rejuvenecía nuevamente, reafirmaba mi fe y otra vez la misma historia continuaba.
Primero, Él me dijo que no estuviera en el trabajo donde estaba porque eso se interponía en el camino de Su trabajo. No puedes irte a las ocho de la mañana y regresar a las diez de la noche y además de eso hacer todo lo que Swami quiere que hagas y que también lo hagas al ritmo al que va ahora. Él quería un sirviente dedicado a tiempo completo. ¡No quería un devoto de medio tiempo, como a veces Él bromea! Yo tenía mis propios planes de mi propia devoción, cómo pensaba que la devoción debía ser. Un poco de mundo, un poco de amigos, un poco de familia, un poco de propiedad, un poco de riqueza, un poco de nombre y fama, y un poco de Dios; ¡colóquenlo todo junto y es una buena sopa en la que siempre estamos! Pero Swami lo quería todo para Dios. Él no quería ningún espacio para nada. Probablemente, en hebreo, se describe a Dios como alguien celoso. Él no permitía que hubiera nada a Su alrededor. Es solo Él y no tolerará nada más en tu vida. Él te ama y te quiere de verdad. Swami tuvo Su propia forma de codear y sacar las cosas fuera de mi vida, una por una. Hizo todas estas cosas y en algún momento, llegó un estado en el que yo no sabía dónde tendría mi próxima comida y qué sucedería con mi familia y quién cuidaría de ellos porque mi hermano todavía estudiaba, mi hermana era más joven, mi padre no estaba bien, mi madre ya se había retirado de manera voluntaria porque Swami se lo había pedido. Yo era el único miembro que ganaba dinero y ganaba bastante bien, así que no había problema. Swami nunca nos dio momentos difíciles y las cosas marchaban bien hasta que Swami de repente vino y comenzó a reconstruir la mansión; comenzó a destruir todo lo que había allí porque Él quería un terreno limpio para empezar todo de nuevo. Fue una etapa muy dura.
Swami Vivekananda era un león de hombre que se atrevió a desafiar todos los dogmas que estaban destruyendo literalmente la estructura de la cultura india y la espiritualidad en aquellos tiempos. Y todo lo que era indio, todo lo que era espiritual, y todo lo que estaba relacionado con nuestra historia y cultura era considerado inferior a todo lo que era extranjero. En aquella época, él asumió el desafío, asumió todo el imperio de la cabeza británica y luchó con uñas y dientes para reestablecer el Sanatana Dharma. Yo soy un gran admirador de Vivekananda. No puedo llamarme un devoto de Vivekananda, pero realmente pienso que él es como un colega, un par, alguien que también trabajó para su Guru y trabajó con las masas e hizo lo que fuera que tenía que hacer. Hoy, muchos de nosotros tenemos la oportunidad de hacer algo similar, quizás no con la misma intensidad y entrega que Swami Vivekananda, pero probablemente podemos admirarlo y obtener algo de inspiración. Se siente bien el hecho de que antes de nosotros alguien haya hecho este tipo de trabajo y que por ende no seamos los primeros en hacerlo. Al mismo tiempo, si ellos pudieron lograr algo, con Dios de nuestro lado, definitivamente podemos lograr mucho más que eso. Eso siempre me da valor.
Hay una historia sobre Swami Vivekananda que dice así. Sucedió que, cuando su padre murió, toda la carga de la familia cayó sobre él. Había deudas que pagar. Swami Vivekananda era un muchacho muy listo; todos sabemos que lo era. Había leído todo tipo de literatura cuando era un niño. Su inglés era fenomenal en aquellos días. Podría haber sido un abogado prometedor como su padre; podría haber sido cualquier cosa si lo hubiese deseado.
Entonces, un buen día, Swami Vivekananda, quien era Narendra en ese entonces, se acerca a Ramakrishna. Sri Ramakrishna pregunta: “¿Dónde estuviste? Te he estado esperando por tanto tiempo. Ni siuiera puedo comer mi comida sin mirar tu rostro”. Narendra dice: “Sigues diciendo estas cosas pero no me ayudas en lo absoluto. No tenemos dinero, no tenemos comida para comer. No tenemos nada”. En un libro llamado “El Monje como Hombre”, escrito por uno de los seguidores de Swami Vivekananda, es extremadamente doloroso leer esta historia. Yo solo leí 20 o 25 páginas y cerré el libro. No pude soportarlo. No pude siquiera soportar el dolor de pensar que Swami Vivekananda, a quien yo conozco, tuvo que pasar por todo eso. Sri Ramakrishna dice: “¿Qué puedo hacer? Es la madre quien se ocupa de todo. ¿Por qué no vas a ver a la madre y le preguntas?” Narendra, en un estado de desesperación, se dirige al templo de la Madre Kali a rezar. Cuando entra, va con todas las ideas de pedirle que pusiera la casa en orden, de que consiguiera que su hermana se casara, de recuperar su propiedad, y de conseguirle un buen trabajo donde pudiera ganar buen dinero y así poder cuidar a su madre, hermana y hermano. Pero cuando entra, se olvida de todo y le llora a la Madre Kali: “Ama Ke Shakti Dao; Ama Ke Gan Dao; Ama Ke Bhokti Dao; Boiraggo Dao” (Dame fuerza; dame conocimiento; dame devoción; dame desapego). Esto es lo que le pide y regresa (hemos representado este drama frente a Swami y Él se emocionaba tanto durante esta escena). Ramakrishna, como un tipo de Guru muy astuto que era, le dijo a Narendra: “Entonces, ¿le pediste a la Madre por un trabajo, riquezas y todo lo que le querías pedir?” Y Narendra dijo: “¡Oh, olvidé pedirle eso! Entré y me olvidé de todo”. Ramakrishna le pidió regresar y pedir nuevamente. ¡Esta vez, él volvió con la doble determinación de pedirle a la Madre! Esto sucedió muchas veces. Finalmente, Narendra sale del templo y le dice a Ramakrishna: “Me doy cuenta de lo que estás intentando enseñarme. No quiero nada. Solo quiero a la Madre, Bhakti (devoción), y quiero Vairagya (desapego). Ahí es cuando Ramakrishna golpea el pecho de Narendra y de repente el mundo se le abre de una manera diferente. Súbitamente, se siente uno con toda la creación y experiencia ‘Sarvam Brahmamayam’ (el sentimiento de que todo es Divino). El mundo se ve como una ilusión para él. Ahí es cuando se convierte en Vivekananda; cuando se convierte de niño a hombre. Así que, ¿se resolvieron todos los problemas de Vivekananda simplemente al haberse olvidado de sus oraciones y al haber pedido Bhakti, Gyan, Vairagya? ¡No! Yo creo que todos sus familiares pasaron por muchas dificultades porque, luego de esto, él se desapegó completamente. Y sus últimas palabras fueron (como fueron mencionadas en ese libro que alguien me dijo que leyera): “¡Lamento mucho no haber podido hacer lo suficiente por mi madre! Y estoy muriendo con este dolor, con la culpa en mi corazón de que no pude hacer lo suficiente por mi madre”. En cierto modo, fue una muerte muy culposa, no pudo hacer nada por su madre terrenal aunque hizo muchísimo por su madre divina.
Hace dos años, todos nosotros (yo, mi madre, mi hermano y mi hermana) habíamos realizado una gira por el sur de la India. Swami nos había permitido ir, y mi madre quería visitar algunos templos. En la piedra conmemorativa de Swami Vivekananda en Kanyakumari, hay una hermosa estatua oscura de Swami Vivekananda en su pose más majestuosa. De pronto sentí que Swami Vivekananda cobraba vida, un hombre real de carne y hueso, y yo me sentí tan embelesado, aunque no era una experiencia nueva para mí. De vez en cuando, sigo viendo cosas como estas, vivenciando cosas más allá de los reinos materiales. Es un lugar bastante común para mí ahora. Sus ojos se posaron sobre mí, yo estaba más abajo y él estaba en el pedestal y me preguntó: “¿Esta es tu madre?” Yo dije: “¡Sí! Y luego preguntó: “¿Esta es tu familia?” Yo dije: “Sí, Swamiji”. Luego, dijo con cierta desilusión: “Dios no cuidó a mi familia de la manera en que está cuidando a tu familia”. Yo estaba estupefacto. Pero esa es la verdad. Cualquier cosa que yo haya leído sobre Swami Viveakananda y su familia, lo que atravesaron fue tremendo. Y para nosotros, Swami lo hizo tan fácil. Por supuesto, eso significó abandonar un montón de cosas, nuestros apegos, nuestro antiguo lugar, nuestra antigua casa, a nuestros amigos, a nuestras relaciones, a nuestras asociaciones, y nuestras propias ideas sobre lo que nos hubiera gustado hacer con nuestras vidas. Todos tuvieron que renunciar a esto. Solo entonces Swami nos dio lo que había venido a darnos.
Un día, durante el Darshan, un pequeño niño tenía algo en su mano para darle a Swami. Y Swami tenía unos chocolates que le quería dar al niño. Pero la mano del pequeño niño ya estaba llena. Él dijo: “¡Primero, vacía tu mano y solo entonces podré darte lo que Yo quiero darte!” En ese momento, Él le enseñó una pequeña lección.
A nosotros nos hizo eso, y cuando escuché la historia de Swami Vivekananda, pensé que debía compartir cuán maravilloso nos ha cuidado a todos nosotros. Realmente, nada nos pertenece en la actualidad. Ninguno de nosotros posee nada. Hubo una época en que teníamos al menos algunas cosas insignificantes y creíamos que nos estaba yendo bien en la vida. Y teníamos la envidia de la mayoría de nuestras relaciones, ¿cómo habíamos salido de la vida de la clase media y estábamos mirando la vida de la clase alta? Pero hoy, es al revés, y aun así somos las personas más felices. Es la gracia tremenda de Swami. Él puede hacer cualquier cosa. Lo he visto cuidar a personas de la manera más compasiva y magnánima. ¡Tú pides un poco y Él te dará mucho más! Lo he visto muchas veces. Lo último que deberíamos tener es la duda o el temor: “¿Qué pasa si tomamos el camino de Swami Vivekananda? ¿Qué nos sucederá a mí y a mi familia?” Créanme, cuando estamos con Swami, nuestra vida es mucho mejor que la de aquellos que vivieron con otros antes. Tengo el reconocimiento porque escuché al mismo Swami Vivekananda decírmelo a mí. Hoy, no hay tensión, no hay preocupación, no hay ansiedad; la mejor parte es que ni siquiera hay una preparación para el día siguiente. Puedo simplemente despertar, alistarme, salir y saber que las cosas se moverán. El único requisito es levantarme con una mente en paz, salir en un estado de entrega y dejar que las cosas sucedan y comenzarán a suceder. Y observen las cosas que suceden cuando no están preparados, si no permiten que su mente interfiera con la mente de Dios. Observen las cosas maravillosas que pueden suceder, escuelas tras escuelas, hospitales tras hospitales, cientos de personas uniéndose a la misión, miles beneficiándose en todo el mundo y tantas cosas maravillosas que están ocurriendo que no son concebibles por ninguna mente humana ordinaria.
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Fuente: www.thestorydivine.com/
Nota: Esta es una traducción provisoria realizada por
devotos voluntarios, como servicio de difusión. Las traducciones oficiales son efectuadas a su debido tiempo por la editorial Premamruta Prakashana, de Muddenahalli.