Charla de Narasimhamurthy – « Qué hacer si uno no puede ver a Swami»
Sábado 7 de noviembre de 2015
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♥ Om Sri Sai Ram. Ofrendo mis pranams a los pies de loto de nuestro amadísimo Sri Sathya Sai Baba. Estimado Sri Sampath, respetados mayores, queridos hermanos y hermanas, y los Bhagavans, los queridos niños y estudiantes del Centro Sri Sathya Sai Para la Excelencia Humana.
Sri Sampath ha hablado desde el corazón. Así lo han hecho también mis hermanos y hermanas, al cantar desde el corazón. Hemos escuchado la música del alma. Felicito al Sr. Sampath, y también a las hermanas y niños que han cantado tan bien y con tanta devoción.
Esta es una estrofa compuesta por Swami mismo, la cual revela Su naturaleza, amor y compasión. «Él es el amor, y el amor es Él. ¿Cómo podría yo describir Su amor y compasión hacia los desposeídos y los sufrientes? ¿Hay en el mundo alguien que acepte un puñado de arroz ofrecido por un pobre, y le conceda al pobre toda la riqueza del mundo?».
Queridos hermanos y hermanas, siempre hemos reconocido e identificado a Bhagavan Sri Sathya Sai Baba por Su amor y compasión, no por Su cuerpo. Cuando vi a Baba por primera vez, yo tenía 19 años. El cuerpo de Baba tenía 39 años. Viví con Él durante largo tiempo, y he tenido la buena fortuna de poder servirlo toda mi vida, por indicación suya. He visto cómo cambiaba Su cuerpo, año tras año. Iba envejeciendo como el cuerpo de ustedes, como mi cuerpo. Fui una de las últimas personas en ver cómo Su cuerpo desaparecía en las entrañas de la tierra. Pero nunca Lo identificamos con Su cuerpo; esto es lo que tenemos que reconocer. Porque Él siempre dijo «Yo no soy el cuerpo». Siempre lo hemos identificado con Su amor y compasión. Con o sin el cuerpo, el amor y la compasión son los mismos. Fueron el amor y la compasión los que nos inspiraron, llenaron nuestros corazones, nos dieron consuelo en los momentos de tristeza, y nos dieron gran alegría y bienaventuranza cuando pudimos comunicarnos o comulgar con Él en nuestros corazones. Hoy sigue siendo la misma cosa. Su amor y compasión vienen a nosotros como Su Gracia, en silencio, como Su bendición. Cuando nuestros espíritus están deprimidos, vienen a nosotros bajo la forma de una palabra amorosa, una palabra estimulante, una palabra inspiradora. Muchas veces se manifestaron ese amor y esa compasión, y ahora se siguen manifestando como grandes y pequeños actos de servicio a la humanidad. De esta manera Lo hemos visto todo el tiempo.
Cuando pasé esta mañana frente al ashram de Brindavan, junto con Swami, muchos recuerdos inundaron mi corazón y mi mente. Swami me mantuvo allí 22 años como Su servidor. Tal vez muchos recuerdos inundaron también el corazón y la mente de Swami.
Una de esas experiencias fue cuando Atal Bihar Vajpajee, antes de ser primer ministro de India, visitó Brindavan, y Swami lo llamó a entrevista. Yo estaba sentado fuera del cuarto de entrevistas, al que llamábamos sala de estar, en Trayee Brindavan. Salió primero Swami, seguido por Atal Bihar Vajpajee. Éste último estaba llorando, y fue tras de Swami. Swami caminó directamente hasta la puerta principal de Trayee Brindavan, y se detuvo allí. Fue hasta allí para despedir a Vajpayee. Entonces Vajpayee, con lágrimas en los ojos, hizo un pedido a Swami. Yo fui uno de los dos testigos que presenciron esto. Él dijo: «Swami, ¿puedo visitar Tu hogar de vez en cuando?». Swami le puso la mano sobre el hombro muy amorosamente y le dijo: «Esta no es Mi casa. Es la casa de tu madre. ¿Acaso necesitas una invitación para visitar la casa de tu madre?». Swami siempre Se reveló como el amor y la compasión. Swami me pidió que acompañara a Vajpayee hasta la salida, y éste me dijo: «Swami me dijo que seré el próximo primer ministro de India. Pero tenemos menos de 30 miembros en el Parlamento». Todos sabemos lo que ocurrió tres años más tarde: ya es historia.
Para Swami no hay diferencia entre un primer ministro, un miembro del parlamento, o un limpiador de baños en Brindavan, o en cualquier otra parte. Recuerdo otro incidente relacionado con un tal Ramaya, limpiador de baños del hostal de Brindavan durante 20 ó 25 años. Un día él vino a verme, tres meses después de la visita de Atal Bihar Vajpayee, con una invitación. «Señor, estoy por celebrar el matrimonio de mi hija mayor. Este es el primer matrimonio en mi hogar. Quisiera tener la bendición de Swami. Por favor, pídaselo a Swami de parte mía». Le dije: «Seguro, se lo pediré. Swami te conoce muy bien. Has servido muy bien a los hijos de Swami. Así que se lo pediré a Swami. Mañana por la mañana ven con la invitación y algunas flores. Quédate de pie en la esquina del elefante». La mayoría de ustedes sabe lo que es la esquina del elefante: una de las esquinas que están frente a la entrada de Trayee Brindavan. Ese día tomé precauciones para que sólo Ramaya estuviera de pie allí. Le dije: «Quédate aquí. Swami te verá cuando salga. Además le pediré a Swami que venga a bendecirte». Esa tarde le dije a Swami: «Tenemos la boda de la hija de Ramaya». Swami respondió: «Ningún recomendado». Yo había escuchado a Swami decir esto otras veces, pero por amor y compasión uno sigue cometiendo esa torpeza, de hablar en favor de alguien. Entonces me quedé callado. A la mañana siguiente, a las 8 en punto, Ramaya estaba allí de pie, junto a su esposa e hija, sosteniendo una bandeja de frutas y la invitación. Yo sabía que cuando Swami atravesara la salida de Trayee Brindavan, no podría dejar de verlo. De eso estaba absolutamente seguro. Ese día Swami salió alrededor de las 8:30. Yo iba detrás de Swami, ya que me había quedado en el ashram. Pensé que Swami había notado la presencia de Ramaya, pero Él se dirigió directamente al Salón Sai Ramesh. Pasó allí más o menos media hora, y luego caminó de vuelta, sin mirar siquiera a Ramaya. Cuando Swami iba de regreso me mostré ante Él, pero Swami simuló no verme. Yo no entendía qué pasaba, y salí para encontrar a un Ramaya bañado en lágrimas.
Quien derrame lágrimas por Dios nunca será decepcionado. Le dije a Ramaya: «Tienes otra oportunidad. Swami ha llamado hoy a algunas personas para entrevista. Después de la entrevista, es posible que Él salga a hacer un recorrido en automóvil. Tal vez te vea y te bendiga». Regresé a Trayee Brindavan. Las entrevistas habían terminado, y eran más o menos las 9:30am. El portón estaba cerrado, y no había ningún automóvil a la vista. Recé por Ramaya muy intensamente en mi corazón: «Swami, por favor, haz algo por él». En el momento en que salí al exterior, vi que el portón era repentinamente abierto por los servidores Seva Dal. No salió ningún automóvil, sino Swami caminando. Me pregunté adónde se dirigía Swami. Él fue directamente hacia Ramaya y su esposa, y los bendijo. Lo que les dijo fue Su amor y compasión: «Querido mío, no te sientas mal. Estás celebrando el primer matrimonio en tu hogar. Cuando vine para el darshan no era una hora auspiciosa, entre las 7:30 y las 9. Ahora he salido sólo para ustedes, para bendecirlos».
¿Qué es importante para el amor? ¿Qué es importante para la compasión? No hace ninguna diferencia el que uno sea primer ministro, miembro del parlamento o limpiador de baños. Pero la historia no temina aquí. Por la tarde, Swami me llamó. Él había traído seis saris, y me los enseñó, diciendo: «Lleva estos saris a casa de Ramaya». Yo sabía que él vivía en la aldea, aunque no conocía el lugar exacto. Después de todo, era el limpiador de los baños. ¿Por qué razón iba yo a visitar su casa? Si bien había servido como limpiador de baños durante 20 ó 30 años, yo nunca había visitado su hogar. Esta era la primera vez en que Swami me enviaba allí. Le dije: «Swami, seis saris?». Swami replicó: «No, uno para su esposa y otro para su hija. Que elijan entre estos seis». Pero tontamente exclamé: «Swami, ellas aceptarán cualquier cosa que les des. ¿Para qué darles a elegir?». Swami dijo: «Ellas son mis hijas. Yo soy su padre. Como tú no eres padre, no entiendes los sentimientos de las hijas.» Fui a la aldea a mostrarles los saris. En ese entonces vivían en una pequeña choza. Más tarde oí que se había convertido en una buena casa, con ayuda de los estudiantes. Coloqué los seis saris frente a la esposa de Ramaya, diciéndole: «Madre, elige un sari, y otro para tu hija». La madre dijo: «Que elija primero mi hija; ella es la novia. Yo elegiré después». Estaban muy felices. En sus ojos había lágrimas de alegría. Cuando regresé, Swami me preguntó cómo estaban ellos. Le dije: «Swami, sus lágrimas hablaron por ellos. Estaban muy felices de que Swami les hubiera demostrado tanto afecto».
Ahora es la misma experiencia, para cualquiera que tenga hoy Su darshan. Ya sea que uno Lo vea o no, uno Lo siente. «Las cosas más hermosas del universo no se pueden ver ni tocar; sólo se las puede sentir en el corazón». Eso dijo Helen Keller.
Fue en Brindavan que Swami eligió hablarme acerca del cuerpo sutil, en 2003. Posteriormente verifiqué con muchas personas si Swami le había dicho esto a alguien; Él no lo había comentado con ninguno de mis colegas en Brindavan. Tampoco a numerosas personas de Prashanti a quienes les pregunté. La ocasión fue, aún recuerdo la fecha, el 8 de mayo. Ese año Swami fue a Kodaikanal el 11 de mayo y regresó el 20. Swami, como un divino niño, estuvo preparando la visita durante un mes, o más. Cada día decidía a quiénes iba a llevar. Algo que nunca hice fue recomendar a ningún estudiante. Yo siempre decía «A quien Tú quieras, Swami». ¿Cómo se elegían? Yo llevaba el álbum conteniendo las fotografías de todos los estudiantes de Brindavan, y lo colocaba ante Él. Swami elegía mirando las fotografías. Cada día me daba uno o dos nombres de muchachos de Brindavan, uno o dos nombres de muchachos de Brindavan, uno o dos nombres de muchachos de Prashanti Nilayam, uno o dos maestros o profesores, y después los devotos que Lo acompañarían a Kodaikanal en esa oportunidad. Yo anotaba los nombres con rapidez y muy religiosamente, en un pequeño cuaderno. El 8 de mayo —Swami iba a partir el 11 de mayo a Kodaikanal vía Madurai— yo había hecho una lista unificada de todos los estudiantes, porque sabía que Swami iba a preguntar. Esa tarde estaba yo solo con Swami. Él preguntó:
«¿Tienes la lista de todos los estudiantes, maestros e invitados que van?».
Yo respondí «Sí, Swami», y saqué la lista.
Él miró la lista y dijo:
«Narasimhamurthy, nunca haces un trabajo perfecto».
Eso no hace falta decirlo; nunca hago un trabajo perfecto.
«Has omitido dos nombres».
Como un abogado, saqué el cuaderno, y dije:
«Swami, he anotado todos los nombres que me has indicado. No he omitido ningún nombre».
Swami me preguntó:
«¿Dónde está Mi nombre?»
Yo hubiera podido decir: «Swami, perdón, anotaré Tu nombre».
Pero estúpidamente dije: «Swami, encima de todo escribí Om Sri Sai Ram».
Swami dijo:
«Eso lo escriben hasta los niños de la escuela primaria. Supón que envías este papel a la autoridad del aeropuerto; ¿Me darían la tarjeta de embarque?»
«Swami, lo lamento mucho, escribiré Bhagavan Sri Sathya Sai».
«También has omitido otro nombre».
«Swami, estoy seguro de no haber omitido ningún nombre».
«¿Dónde está tu nombre?», preguntó Swami.
Yo dije: «Swami, no me dijiste que lo hiciera; no anoté mi nombre».
«Uh, ¿tendré que romper un coco y hacer arathi, para decirte que debes venir todos los años a Kodaikanal?»
Yo dije: «Swami, lo siento mucho». Y escribí mi nombre abajo de todo.
Esto tendría que haber quedado así. Pero hice algo muy tonto, que puso de manifiesto la profunda sabiduría de Swami, la cual atesoro hasta hoy. Dije:
«Swami, suponiendo que yo no hubiera escrito Tu nombre, y por esa causa no hubieras podido subir al avión, ese avión hubiera estado vacío».
Swami se puso serio, e inmediatamente supe que me había excedido. Me he tomado libertades con Swami muchas veces, porque pensamos que Él es nuestra madre y nuestro padre. Lo hacíamos por amor. Pensé que me había excedido. Swami se puso serio y dijo:
«Mira, Narasimha Murthy: si Yo no estuviera en el avión, el avión estaría vacío. Si Yo no estuviera en cada átomo del universo, el universo entero estaría vacío».
Me felicité a mí mismo por mi indiscreción y tontería al haber dicho eso. Él continuó:
«Tengo cuatro cuerpos. Este cuerpo físico es como tu propio cuerpo. Ahora estamos sentados en esta habitación, y hay una pared. No puedo ver físicamente lo que hay afuera. Eso es el cuerpo físico, el Shtula Sarira, el cuerpo burdo, como tu cuerpo: no hay ninguna diferencia. Tengo también un cuerpo sutil: el Sukshma Sarira, que puede llegar a cualquier rincón del universo sin necesitar siquiera un instante de tiempo».
Después dijo:
«También está el Ati Sukshma Sarira, el Cuerpo Sutil Superior, a través del cual entro en las meditaciones y sueños de mis devotos, y los guío. No son sueños; estoy allí, con Mi voluntad, en Mi Ati Sukshma Sarira. Yo los guío».
Supongan que ustedes son capaces de hacer meditación, como el Sr. Sampath Garu. Tendrían una visión. Eso es lo que él vio en su hogar. Eso es el Ati Sukshma Sarira.
«Luego, en Mi Para Sukshma Sarira, el Cuerpo Sutil Supremo, Yo impregno cada átomo del universo».
Esto fue lo que Él dijo. Yo lo oí. Según mi práctica habitual, lo anoté en mi diario. Pero nunca entendí nada de esto, y tampoco le dediqué una gran reflexión. Pero ahora lo comprendo, por experiencia propia. Es mi gran buena fortuna haber podido estar con Él todos los días, después de que Él se manifestara en el cuerpo sutil, en Muddenahalli. He viajado con Él por todo el mundo, a partir del 1 de enero de 2015. Swami se ha manifestado en 16 países, durante este año solamente. Él ha dado mucha alegría y bienaventuranza a muchos devotos, y ha hecho cosas muy maravillosas. Con el ritmo en que Él hace las cosas, estamos jadeando de cansancio. Cuando Él estaba en el cuerpo fisico, era difícil seguirle el ritmo; siempre teníamos que estar corriendo. Hoy, Él vuela, pero nosotros no tenemos alas. Cuando estábamos por partir para Dubai, el 15 de enero de este año, Swami llamó a unos pocos de nosotros, que habíamos ido a Dubai, y nos dijo:
«Ustedes necesitan pasaporte, visa y pasaje de avión. ¡Yo no necesito nada! Ustedes viajan en líneas aéreas, y Yo en las líneas del cielo».
Él tiene alas, pero nosotros no. Al paso que Él mantiene, nosotros jadeamos en busca de aire. Mis queridos hermanos y hermanas, no diré que Él lo está haciendo: es Su amor y Su compasión. El amor lo hace todo. No hay nada imposible para el amor y la compasión.
Cada uno de nosotros será invencible, omnipotente, cuando pueda desarrollar ese tipo de amor infinito que Swami ES. Swami ES. Mis queridos hermanos y hermanas, imagínense que en los últimos cuatro años, después de dejar Su cuerpo físico, Él estableció 10 nuevos campus educativos, que todos pueden ver. Swami da educación GRATUITA basada en valores, a 5.000 muchachos y chicas, que no hubieran recibido ninguna educación si Él no hubiera establecido esos campus en las zonas remotas de Karnataka.
Este año, el primer domingo de septiembre, tuvo lugar el encuentro de exalumnos. Por primera vez se reunieron exalumnos y exalumnas de Prashanti Nilayam Brindavan, Muddenahalli, Alike y Anantapur. Estuvieron los primeros exalumnos del campus de Gulbarga, que Swami inauguró un año después de dejar el cuerpo. Un muchacho que acababa de aprobar su tercer año de escuela secundaria, tuvo la oportunidad de hablar, y dijo lo siguiente. «Soy huérfano. Perdí a mi padre cuando era muy pequeño. Mi madre no hubiera podido educarme si Swami no hubiera inaugurado esta escuela cerca de mi casa, en Gulbarga. Hoy he aprobado el tercer año con un puntaje del 93 por ciento».
Ninguno de esos muchachos o muchachas hace preguntas. Pregúntenles a esos chicos. Miren sus rostros. Niños que nunca hubieran podido tener educación. Swami les está dando educación, al establecer 10 nuevos campus educativos en el estado de Karnataka. Él dijo: «Inauguraré 30: uno en cada distrito; 20 para varones y 10 para niñas». Eso es lo que Él ha estado haciendo. Si van a Raipur, verán el magnífico Hospital Sanjeevani Sathya Sai, que hoy es considerado una de las máximas instituciones de atención pediátrica y cardiológica. Actualmente este hospital ha efectuado más de 1.500 operaciones a niños pobres provenientes de toda la India, Pakistan, Nepal y Bangladesh. Yo podría seguir hablando. Swami comenzó este hospital exactamente un año después de haber dejado el cuerpo. Durante el próximo cumpleaños, Swami hará un Bhoomi Puja (ceremonia de bendición del suelo) para otro Hospital de Súper Especialidades en Nueva Delhi. Él ha creado hospitales en el Sur: Puttaparthi y Whitefield. En la India Central, en Raipur. En el norte habrá uno en Nueva Delhi, en el Este en Calcuta, y en el Oeste estará en Mumbai. De este modo se podrá auxiliar a la gente pobre de este país, o de cualquier otro país.
El 14 de julio de este año estábamos en Nigeria. Estábamos en el ashram del Padre Charles Ogada, un sacerdote católico que acudió a Muddenahalli tan pronto como oyó que Swami estaba allí. Esa es la característica de un devoto. Si uno ama realmente a Swami, quiere ir a verificar, aún si no es cierto, aún si es sólo un rumor. Él vino corriendo. Swami le habló. «¿Cómo están mis niños en tu escuela?» Esa fue la primera pregunta. Swami nombró a dos niños, dos niños africanos. El padre Ogada rompió a llorar, y dijo: «Swami, estoy muy feliz. Tú sigues estando con nosotros. ¡Iré a proclamarlo al mundo entero!» Swami le dijo: «Esa no es tu tarea, es Mi trabajo. El espectáculo público ha terminado. Ahora estoy detrás del telón. Ahora llamo a aquellos a los que quiero invitar. Los días de escuela primaria han terminado. Antes la gente iba, rezaba pidiendo alguna fruslería mundana, se retiraba, y volvía a Él sólo cuando tenía alguna pena muy grande. Esos días han terminado. Quiero hijos de escuela secundaria, que me reconozcan aún cuando vengo sin un cuerpo».
Lo grande en un ser humano es que pueda reconocer al Señor cuando viene sin el cuerpo. Hasta los perros reconocen a su amo, no importa con qué ropa se presenta, ¿verdad? Si él cambia de ropa, y se pinta la cara de negro, ¿no lo reconocerá su perro? ¡Lo hará! Si ustedes fueran verdaderos devotos, ¿qué harían? Si no ven a Swami, no creen. ¿Cuál es la manera de no caer en eso? ¿Acaso ir a la internet y enviar emails y circulares? Esa nunca fue la manera de encontrar a Dios. El Señor Jesús dijo que el Reino de Dios está dentro de cada uno. Siéntense en silencio. Entren en sus propios corazones. Derramen una lágrima, y recen así a Swami: «Swami, te amo. ¡Te quiero! La gente dice que aún estás ahí, en el cuerpo sutil, el cual no se puede ver. Swami, si esto es verdad, dame una experiencia». Les aseguro a ustedes, hermanos y queridos niños, que la tendrán. Tendrán esa experiencia. Tienen que rezar. Puede que digan que son incapaces de rezar. No hay problema. Vayan a Gulbarga. Vayan a Raipur. Vayan a cualquiera de los campus. Vayan a Muddenahalli. Vean la firma de Swami.
Muddenahalli fue una somnolienta aldea durante 40 años. Hace cuatro años llegó Swami, y ahora ustedes pueden ver lo que ocurre. La gente dice que Narasimha Murthy fue el instrumento de Swami para su construcción. Yo les digo que soy como un niño en la playa, recogiendo guijarros y conchillas. Estoy asombrado con lo que pasa en Muddenahalli. Estoy asombrado como un niño. Esa es la firma de Swami.
Bien, tal vez ustedes sigan sin creer. Quédense en silencio. Mantengan silencio. No critiquen. Me gustaría concluir con una frase de Benjamin Franklin. «Cualquier tonto puede criticar, condenar y quejarse, y la mayoría de los tontos lo hace». Una enseñanza fundamental que dio Swami, y fue mencionada por Sampath, es: «No critiquen a nadie a sus espaldas». Si tienen coraje, díganle a él o a ella que no gustan de su persona ni de lo que está haciendo. Criticar a los demás devotos es ir dn contra de las enseñanzas fundamentales de Swami. No lo hagamos. Si no podemos entender, mantengamos silencio. Ustedes ven lo que está sucediendo. Ven a la gente que va a Muddenahalli, y ven la transformación que tiene lugar en ellos. ¿Están ellos cada vez más amorosos, más afectuosos, más propensos al sacrificio y menos egoístas?
Miren los proyectos que Swami está llevando a cabo, y cuánta ayuda está brindando a los pobres, a los desamparados, e incluso a los ricos que son pobres de espíritu. Esto es lo que tenemos que ver. Hoy es una gran ocasión, y estoy seguro de que todos y cada uno de ustedes han venido aquí atraídos por Su amor. No por una invitación extendida por Sampath. No creo que él los haya invitado a todos ustedes. Swami los ha invitado a todos desde sus propios corazones. Escuchen a Swami. Adopten aunque sea una sola de Sus enseñazas, y practíquenla. Inmediatamente verán a Swami, y tendrán Su darshan. Esa es mi experiencia, y con la autoridad de mi experiencia les digo que Swami no se ha ido a ninguna parte. Está aún con nosotros. Alegrémonos. Celebremos. Unámonos a Él en Su trabajo, y santifiquemos nuestras vidas, y que nuestras vidas hallen consumación.
Sai Ram.
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