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¿POR QUÉ RECORDAMOS Y CELEBRAMOS AL REY MAHABALI?
Resumen del Discurso Divino
Onam, 4 de septiembre de 2017
Hoy todos celebramos este gran festival de Onam, con gran amor, devoción y reverencia al Rey Mahabali. No es sólo un rey más, que gobernó los tres mundos. No es reconocido por su reino, ni por su poder, su riqueza o su progenie. Se ha hecho inmortal en el corazón de la gente debido a su entrega y su sacrificio. Este es el ideal que debemos celebrar hoy en este festival de Onam.
La tierra de India es Tapobhumi, la tierra de las austeridades. Es Thyagabhumi, la tierra del sacrificio. Es Yogabhumi, el mundo del logro más elevado. Es Divyabhumi, la tierra de la Divinidad. En una tierra así, todo el que nace debe considerarse supremamente bendecido.
Entre los principios del sacrificio, se ha propuesto que el más elevado es sacrificarlo todo en aras de Dios. No hubo nadie en esa época, más grande que Mahabali. En su reino, dondequiera que se mirase había sólo prosperidad, y en absoluto pobreza. Nadie, ni siquiera una persona, derramaba lágrimas de pena o sufrimiento en su reino. Él amaba a su gente como a sus propios hijos. Era un gran Dani, un gran benefactor. En aquel preciso momento, cuando su gloria se difundía por doquier, se puso en escena esta obra, para demostrar al resto del mundo no sólo su grandeza, sino su sentido de devoción y entrega.
Observen … Por Dios, Prahlada sacrificó a su padre. Por Dios, Bharata abandonó a su propia madre. Por Dios, Vibheeshana abandonó a su propio hermano. Por Dios, Bali Chakravarti abandonó a su propio gurú, y por ello mereció un sitio bajo el pie del Señor mismo. Dondequiera que el Señor pose Su pie, ese lugar se hace inmortal. Hay prosperidad, plenitud y felicidad en abundancia, dondequiera que el Señor pone el pie. Hoy estamos celebrando este gran principio del sacrificio, en la forma de este festival de Onam. Este es el día en que nos recordamos a nosotros mismos que tenemos que ofrecer todo lo que tenemos, de buen grado y alegremente, al Señor y a nadie más. Nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras acciones, todo debe ser hecho por amor a Dios, y debe ser ofrendado a Dios. Todo debe ser hecho por amor a Dios, todo debe ser sacrificado a Dios. Este es el ideal según el cual los devotos deben conducir su vida.